Profesor Titular de la Facultad de Veterinaria, Universidad de Zaragoza
http://winepi.net/covid19.htm
Entre los lugares donde se produce con una mayor transmisión del SARS-CoV-2 se encuentran los centros de trabajo. Por eso la primera medida a adoptar es cambiar a teletrabajo en todos los casos que sea posible. Pero eso no siempre se consigue ya que la tipología de los negocios es muy variada, desde pequeños comercios a grandes empresas.
En el caso del pequeño comercio los riesgos del trabajo presencial no son demasiado elevados ya que la plantilla es reducida, y el principal problema está relacionado con la atención al público. El riesgo en estos comercios se intenta minimizar manteniendo distancias, limitando los aforos según la superficie del comercio, utilizando mascarillas y proporcionando dispensadores de gel para desinfectar las manos de los clientes.
Dentro de estas pequeñas empresas que tienen que atender al público presencialmente nos encontramos el sector de la hostelería. Existen fuertes evidencias de que la transmisión en espacios abiertos se reduce drásticamente, y por tanto la atención en terrazas tiene un riesgo bastante reducido.
El problema se presenta al atender a los clientes en el interior de los locales, ya que, a diferencia del caso anterior, las mascarillas dejan de usarse de forma sistemática al consumir y el riesgo aumenta considerablemente. Hasta ahora se han establecido distintas medidas según el nivel de riesgo epidémico, como la reducción de aforos, la separación entre mesas, el establecimiento de un número máximo de clientes por mesa y la desinfección de superficies.
Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que la propagación del virus por aerosoles es más importante que la transmisión por contacto con superficies infectadas, por lo que sería adecuado pensar en medidas orientadas a reducir la cantidad del virus en el aire.
Un buen ejemplo a seguir son los centros escolares, donde se han implementado medidas pensadas en limitar la transmisión aerógena basadas en una adecuada ventilación de las aulas, y una de las aportaciones más interesante en este sentido es la selección de la concentración de dióxido de carbono (CO2) como indicador de calidad del aire.
La ventilación natural es la opción más deseable por su sencillez y economía, pero en determinados lugares puede ser insuficiente y se proponen otras alternativas como la utilización de filtros de alta eficiencia (HEPA) y/o la instalación de lámparas de radiación ultravioleta tipo C en los conductos del aire acondicionado.
Algo similar ocurre con grandes centros de trabajo como edificios de oficinas, supermercados, fábricas, mataderos… Aquí tenemos que distinguir dos grandes riesgos. Por una parte, el asociado al desplazamiento de los trabajadores al lugar de trabajo, y por otra la convivencia durante muchas horas con un gran número de personas, en muchas ocasiones con un contacto muy estrecho. En esos casos la protección que confieren las mascarillas puede ser insuficiente y debería ser complementada con medidas de ventilación similares a las descritas anteriormente, aplicadas no sólo en el área de trabajo sino también a otras zonas de uso más esporádico como vestuarios, aseos y comedores.
Como conclusión hay que analizar el número de personas que coinciden en el lugar de trabajo (tanto trabajadores como clientes), el tiempo que permanecen en la empresa y las posibilidades de llevar a cabo una adecuada eliminación del virus, tanto del aire como de las superficies.
Hasta que no se alcance la suficiente inmunidad colectiva a través de la vacunación generalizada de la población será necesario continuar manteniendo distancias, usando mascarillas y ventilando bien los espacios donde se desarrollan las distintas actividades empresariales.