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Julio Espinosa: «Mucha gente va a talleres literarios para que les digan que lo hacen bien, no a aprender»

Julio Espinosa Guerra

Escritor, director de Estudio de Escritura y editor de MilMadres

Hace 25 años que publicó su primer libro y desde entonces no ha dejado de escribir. Julio Espinosa es, además de escritor y poeta, profesor y director del Estudio de Escritura un lugar donde “mancharse de tinta mientras aprendes para qué sirven las técnicas y cómo colocar las piezas de la máquina literaria”.

Cuéntenos brevemente su trayectoria como escritor y profesor de narrativas.

Bueno, hablar de mi trayectoria brevemente es complicado. Ya han pasado 25 años de mi primer libro publicado. Justamente ahora, en septiembre, es el cumpleaños. Y llevo más de 17 años dictando talleres literarios. Vengo de un primer libro autopublicado (cuando autopublicar no tenía en absoluto el sentido que tiene hoy) hasta llegar a editoriales tan grandes como Alfaguara, Candaya y Pre-Textos; de ganar pequeños concursos de pequeña cuantía a obtener el Premio Pablo Neruda a la trayectoria joven. 

En estos 25 años he pasado de ser un escritor joven que necesitaba reafirmarse a ser un autor consolidado y sin esa urgencia juvenil por la publicación o que alguien me diga que está bien o mal lo que hago. En cuanto a los talleres, es una manera de dar algo más, de trasladar a otros lo mejor de uno. También, una forma de sobrevivir ligado a lo que uno sabe hacer. 

Siempre siendo sincero e intentando dar lo mejor. Por eso los talleres del Estudio de Escritura son eso, un espacio donde mancharse de tinta mientras aprendes para qué sirven las técnicas y cómo colocar las piezas de la máquina literaria.

¿Cómo y cuándo decide poner en marcha el Estudio de Escritura en Zaragoza? ¿Con qué profesores cuenta?

Cuando llego a Zaragoza en el año 2007 fundo la sede aragonesa de Escuela de Escritores, que en ese tiempo era un proyecto bonito de un grupo de amigos, en el que yo participaba casi desde el comienzo. La escuela me dio muchas satisfacciones. Siempre le estaré agradecido. Aún tengo grandes amigos allí. 

Pero, claro, cuando los sueños se transforman en negocios hay cosas que cambian. Y fue en ese momento que, en 2016, decido separarme para levantar mi propio proyecto, basado fundamentalmente en un Ciclo de Narrativas de tres años, donde se enseñan las técnicas del relato y la novela, y se escribe un libro. Algo condensado. Algo justo. Sin prolongaciones innecesarias. 

En ese momento también mantenemos el Ciclo de Poesía, dictado por Dolan Mor y basado en el curso originario de Escuela de Escritores, creado por mí, como también el taller de guion y el de jóvenes y niños. Pero a medida que ha ido pasando el tiempo, he decidido especializarme solo en narrativa, por lo que se mantiene el Ciclo de Narrativas y, provisionalmente este curso, el taller para jóvenes. La idea siempre ha sido abarcar poco y apretar mucho, es decir, hacerlo muy, muy bien.

(En la editorial MilMadres) queremos autores que se arriesguen, que apuesten por ellos mismos, que no anden buscando quedar bien con todo el mundo cuando escriban

¿Cuáles son los objetivos del Estudio?

Creo que hay un problema en muchos talleres literarios o varios, según se mire, que para mí son el mismo: mucha gente participa para que les digan que lo hacen bien en vez de querer aprender; muchos profesores le dicen a sus alumnos que lo hacen bien, para no entrar en conflicto; muchas personas solo quieren socializar; muchas quieren escribir sin leer o leyendo poco; muchos sitios son un negocio más que un taller de autor; en muchos talleres las personas pierden su voz para replicar fórmulas y voces ya existentes… 

La base del Estudio es no cometer estos errores e ir cuestionando constantemente los propios procedimientos, para mejorar y entregar todas las claves posibles de la escritura narrativa sin anular la voz de los futuros escritores, acomodándonos a la expectativa de cada cual, pero sin olvidar que estamos aquí para enseñar, no para crear ilusiones. 

Queremos que los sueños de nuestros alumnos se hagan realidad: para eso trabajamos y le pedimos a nuestros alumnos que también lo hagan. Como dice el poeta Juan Carlos Mestre, “las estrellas para quien las trabaja”.

¿Cómo se han adaptado los cursos a las restricciones originadas por la pandemia?

Hemos ido tomando todas las medidas necesarias, también pensando en las personas que lo estarían pasando tan mal como nosotros. Sacamos un curso on-line a precios populares para que aquellos que estuviesen confinados tuvieran una ventana más allá de sus casas; luego tomamos todas las medidas necesarias cuando el curso pasado retomamos las clases presenciales, que al final fueron semipresenciales. 

A partir de este curso, los talleres serán mixtos: on-line y presenciales, tanto para alumnos de Zaragoza como de otras zonas de España o del mundo. La gente podrá asistir desde casa o venir de forma presencial si se puede. La experiencia será idéntica a un taller presencial, porque los alumnos on-line podrán asistir a clases junto a compañeros presenciales, algo impensable hace dos años atrás. Estoy seguro de que será una experiencia única y muy diferente a un taller on-line tradicional.

Recientemente, han firmado un convenio con la editorial MilMadres de la que usted es editor. ¿Con qué objetivos nace esta editorial?

Podría pensarse, así dicho, que MilMadres será instrumental al Estudio de Escritura, pero nada más lejos de la verdad. La editorial tiene una línea muy clara, enfocada a textos donde la voz del autor sea poderosa, al mismo tiempo que argumentos o estructura se salgan de lo común, del canon, de lo políticamente correcto. 

Se trata de editar una literatura más salvaje que la de las editoriales más canónicas y publicar por fin en España a autores extranjeros que no están porque a alguien le da miedo o piensa que no se van a vender. Ahora bien, también es una editorial para primeros libros, tanto de autores salidos del Estudio o que provienen de otros sitios. La diferencia es que los autores salidos del Estudio tendrán preferencia sobre autores no buscados por nosotros. 

Eso no quiere decir que editaremos “solo” a autores salidos del Estudio. Puede que un año tengamos nueve extraordinarios textos de exalumnos y claro, los sacaríamos, así como puede que otro año no saquemos ninguno. Pero por cercanía, lógicamente, los dos proyectos se retroalimentarán. Es una sinergia buscada, pero sin concesiones. Pero en principio, la idea es sacar al menos uno o dos libros de exalumnos al año y otros cinco o seis de autores buscados por nosotros, tanto en España como fuera del país.

Leyendo el primer libro que han publicado (‘Un idiota como tú’, de Chus Castejón) da la sensación de que van a apostar por propuestas arriesgadas, diferentes… ¿Qué debe tener una obra para que MilMadres se interese por ella?

Es un poco lo dicho con anterioridad: ser atrevida además de estar bien hecha. No nos interesa lo que “solo” esté bien escrito, lo “correcto” para un taller literario. 

Queremos autores que se arriesguen, que apuesten por ellos mismos, que no anden buscando quedar bien con todo el mundo cuando escriban. 

No nos interesa el “status quo”, porque creemos que hoy en día lleva a una parálisis y una autocensura que no nos gusta. Y hablo de argumentos, pero también y casi fundamentalmente de estructuras narrativas, de voces, de planteamientos.

¿Es fácil encontrar una editorial en España que apueste por autores desconocidos?

Claro que las hay y no una, sino varias. Ahí están Pepitas de calabaza, Candaya, Periférica por nombrar solo tres. Lo hacen editoriales más grandes, como Pre-Textos, e incluso grandes, como Tusquets o Anagrama. Pero no es ese el asunto de fondo. 

Es cómo dicen esos autores lo que dicen. Siempre habrá un margen más allá del margen, un marginado de los marginados. La pregunta es ¿quién publicaría hoy una ‘Escuela de mandarines’ o una ‘Vida perra de Juanita Narboni’? Creo que venimos a llenar ese hueco, que hoy en día es real.

¿Qué piensa de la autopublicación?

Decía más arriba que mi primer libro de poemas fue autopublicado. En esa época en Chile casi no había editoriales independientes a las que recurrir, menos un chaval de 22 años. La autopublicación en esos años, solo seis después de la caída (ficticia, pero histórica) de la dictadura de Pinochet, era muy normal. Pero eso no ocurre ahora. 

La autopublicación es la ficción del escritor. No hay criba, ni ajena ni menos propia. Y eso ocurre porque muchas personas ven en la escritura una proyección del concepto de “famoso” y de “éxito” o simplemente para llenar un poco más su propio ego. También tiene que ver con la rapidez de los tiempos. La gente piensa que todo debe ser rápido. No hay tiempo para el aprendizaje. La gente se va de los talleres literarios porque en tres meses no ha cambiado nada, como si se tratase de un proceso rápido: cambiar, aprender. 

En medio de estas fuerzas, la autopublicación es la solución ideal: publicas, sumas currículum y todo el mundo te dice lo bonito que eres, aunque se le atragante lo que escribes. Y así, avanzas, si a eso se le puede llamar avanzar. Claro, de vez en cuando alguien acierta y vende mucho y se transforma en autor de editorial grande. Pero eso no quiere decir nada más que vende mucho, como vende mucho el Fifa Fútbol. No por eso pasa de ser un mero entretenimiento. 

Y para mí la literatura es arte y, como tal, debe dejar algo más que entretenimiento en sus lectores. Pero ojo, hay autopublicaciones especiales, hojitas sueltas, libritos en cincuenta, cien ejemplares, bien hechos, solo para unos pocos, libros y autores secretos, que no aparecen en Amazon… Pero ese es otro asunto…

El riesgo a la hora de elegir es la actitud del buen lector, porque en el fondo, es –o debe ser- un descubridor.

Usted se va a encargar de coordinar este año el ciclo de escritores de la DPZ, ¿qué es lo que más valora el público de este tipo de encuentros?

Lo primero, es una maravillosa oportunidad coordinar este año este ciclo, tan representativo de la Provincia de Zaragoza y tan bien llevado por Ramón Acín los años anteriores. Pero he de ser sincero: yo aún no tengo la suficiente experiencia con la gente. 

Incluso así, pienso que lo fundamental, lo más atractivo, es acercar a los grandes autores a diferentes zonas de la provincia, ya que, de otra forma, sería muy difícil que pudiese existir esta interacción. Sin duda, llevar casi a la puerta de su casa a escritores conocidos y con una gran trayectoria es algo que lectoras y lectores agradecen. 

También es luchar contra esa España vaciada de la que tanto se ha hablado. Sin cultura hay más posibilidades de que se siga vaciando. Es natural, además, que la gente desee que los autores que participen sean los que conocen, aunque también es una oportunidad para que se acerquen a autores quizá no tan populares, pero de una riqueza literaria y humana que les puede abrir nuevas puertas. Y ese equilibrio siempre ha estado en el ciclo y es lo que deseamos mantener.

¿Hay alguna cosa que quiera añadir?

Animar a la gente a arriesgarse con lo que lee. Una cosa muy bonita que está sucediendo con la primera novela publicada por MilMadres, ‘Un idiota como tú’, de Chus Castejón, es que gente que no lee la está disfrutando, seguramente por lo que decía más arriba: no es lo mismo de siempre, es distinta; en tiempos de un inmovilismo terrible se necesitan bocanadas de aire, como esta novela, que hace un viaje en el tiempo a una de esas noches locas de la primera juventud, cuando con 18 o 19 años nos comíamos el mundo y el mundo nos devoraba a nosotros… 

Sin riesgo, los lectores nunca la conocerán ni menos, la disfrutarán. Y esa, la del riesgo a la hora de elegir, es la actitud del buen lector, porque en el fondo, es –o debe ser- un descubridor.

Redacción AEA / LLM

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