¿Estamos preparados para la nueva normalidad?

Después de una inesperada onda epidémica veraniega, España y sus vecinas Portugal y Francia encaran el otoño en una situación mejor que el resto de los países europeos. La incidencia está en niveles bastante bajos en todas las regiones y grupos de edad en gran parte debido a la alta cobertura vacunal de la población y el mantenimiento de algunas restricciones como el uso de mascarillas en determinadas situaciones y la reducción de aforos en espacios públicos. 

Otros países de Europa han ido retirando progresivamente estas medidas de protección (incluso el uso de mascarillas en interiores). Algunos de ellos con una menor tasa de vacunación iniciaron a principios de octubre una importante onda epidémica, destacando la mala situación de las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) y Rumanía.

La vacunación no sólo está contribuyendo a la reducción de la incidencia, sino lo que es más importante, es la responsable de una drástica caída de las hospitalizaciones, lo que nos sitúa en un escenario completamente diferente a la hora de gestionar la pandemia. 

Es posible que pueda producirse una nueva onda epidémica de aquí hasta que finalicen las Navidades, pero las características serán diferentes a la experimentada el año pasado en estas mismas fechas. La mayoría de los casos que se detecten serán asintomáticos y la probabilidad de hospitalización será mucho menor (salvo aparición de alguna nueva variante o la pérdida de efectividad de las vacunas).

Ante esta situación de baja incidencia (al menos en el momento de escribir estas líneas) y el menor impacto sanitario de la Covid-19, las autoridades sanitarias están retirando progresivamente las medidas preventivas con la ampliación al aforo completo en espacios cerrados (comercios, hostelería, aulas, espectáculos, eventos deportivos…). 

A pesar del relativo optimismo, parece que hemos aprendido la lección y algunas medidas como el uso de las mascarillas en interiores o la ventilación de recintos cerrados se van a mantener hasta la primavera.

Algunas comunidades autónomas están planteando condicionar el acceso a determinados espacios (fundamentalmente hostelería y gimnasios) a aquellas personas que presenten un certificado covid. No están muy claros los beneficios de esa medida en una población mayoritariamente vacunada, excepto que sirva como estímulo para que se vacunen aquellos que todavía no lo han hecho. 

Además, se plantean dudas sobre la legalidad de dicha medida. En Francia se aplica esa medida desde el verano, pero la implementación práctica presentaba algunas lagunas: la lectura de los códigos QR de los certificados se realizaba con dispositivos móviles de los empleados sin ningún tipo de control sobre el almacenamiento de los datos de los clientes (básicamente nombre, apellidos y fecha de nacimiento), pero además en escasas ocasiones se requería una identificación oficial para comprobar si los datos del certificado correspondían a los de su portador.

Hay un factor adicional que incluir en esta nueva fase de la pandemia: la aparición de las enfermedades respiratorias víricas invernales (gripe, rinovirus, adenovirus y coronavirus estacionales, entre otros) que prácticamente desaparecieron en el invierno anterior. 

Este año están retornando estas afecciones respiratorias y va a ser necesario diferenciarlas de la Covid-19. Sin duda va a suponer un incremento de pruebas diagnósticas, que producirá una reducción sesgada de la positividad, uno de los indicadores más útiles para valorar la efectividad de los programas de rastreo.

Por lo tanto, el escenario epidemiológico que se dibuja ante nosotros para los próximos meses es muy diferente al que hemos vivido hasta ahora. Es el momento de dar más peso a otros indicadores como la tasa de nuevos hospitalizados o la proporción de asintomáticos detectados para evaluar la evolución de la epidemia y la aplicación de determinadas medidas preventivas.