Hablemos de economía Opinión

Hagamos de este el momento

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

En este mundo desarrollado, que nos ha tocado en suerte vivir, están apareciendo claros indicios de que la pandemia que venimos sufriendo la estamos empezando a superar y, con toda cautela, iniciamos lo que hemos venido denominando: “Nueva normalidad”. 

Bien es cierto que, como de costumbre, una vez más volvemos a dejar a su suerte a los que reconocemos como países pobres y puedo asegurar que, por desgracia, no son pocos. Países a los que, además de no atenderlos, negamos la posibilidad de venir con nosotros, y luego pasa como con el Reino Unido que han hecho de su bandera el BREXIT y ahora no tienen trabajadores suficientes para poder realizar una vida normal.

Así somos: actuamos con vehemencia para luego arrepentirnos. Esta manera de obrar es una constante y, por desgracia, siempre sucede en los países ricos; quizás hayamos perdido el sentido de la globalidad humana, la percepción de que todos somos personas y el verdadero sentido de la solidaridad, que no es lo mismo que el de la caridad. 

Pues bien, deberemos analizar la parte que nos toca, porque la general es de una disfunción e irregularidad absoluta. Para el próximo año todos los expertos están de acuerdo en que la economía tendrá una importante recuperación, pero con matices: Estados Unidos y Asia tendrán un elevado crecimiento; para el Pacífico, Reino Unido y Unión Europea será aceptable y Rusia, África y Latinoamérica estarán en baja progresión.

El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ha analizado el momento y afirma que es previsible que la economía se recupere este mismo año. Esta declaración que, para mí, es acertada ya que todos los signos que contemplamos lo indican, no obstante, hay algo que se nos escapa o quizás no somos capaces de preverlo con la suficiente consistencia, y es que la recuperación económica, al final, depende de la voluntad de los consumidores si utilizamos términos económicos, o ciudadanos en definición social, porque si todos nosotros somos conscientes de que la pandemia ya no ocupa posición en nuestras vidas, la economía evolucionará de manera muy positiva, pero si el miedo nos condiciona por el riesgo al virus, las consecuencias en la economía serán negativas.

Lo que sí es importante es que, por fin, seamos capaces de innovar el modelo societario y abandonar de forma imperiosa prácticas obsoletas; dejamos escapar la oportunidad que nos brindó la crisis de 2008 y nos conformamos con salir de ella con las menores incidencias posibles, pero montadas en los mismos sistemas,  todo consistió en el empeño que tuvimos con la famosa austeridad, que no conduce a ningún lugar, alguna vez aprendimos que lo importante es la eficiencia, pues no gastar es lo más improductivo que se conoce.

En esta ocasión, aprovechando que la pandemia nos obligó a parar la economía, estamos retomado su puesta en marcha basada en la inversión verde y digital (por cierto, en la Unión Europea y a iniciativa de España se está debatiendo que no se incluyan en el déficit), y en la transformación obtenida con la digitalización, la resiliencia y la sostenibilidad, aunque a decir verdad, estas dos últimas tienen condiciones más sociales que económicas, sin embargo, la digitalización bien desarrollada en la empresa y en el trabajo, sin duda, nos conducirá a un cambio del modelo económico.

También deberíamos trabajar con el mayor interés en conseguir que la desigualdad disminuya de manera fundamental y estable, pues nunca había sucedido que una persona con trabajo fuese pobre y careciese de un sistema de supervivencia básico. No es aceptable que la productividad se incremente basándose en función de los salarios: es mucho más importante ubicarse en un nivel adecuado de competitividad con producciones innovadoras.

Pero para que todo esto tenga un resultado apropiado a todas las partes, es necesario que los instrumentos económicos se decidan desde la política; la inflación, como consecuencia de la elevación del precio del gas y del petróleo con sus derivaciones en otros sectores, ha jugado ese papel de descontrol que no ha respondido a una equivalente subida del consumo. 

Por esto Estados Unidos, a través de la Reserva Federal, estudia subir los tipos de interés y abandonar la compra de deuda para conseguir cerrar el año 2021 con una inflación del 2%. El Banco Central Europeo debería también seguir este camino, pues los niveles del 4% que tenemos son la mejor manera de parar la buena trayectoria de la economía.

Es importante que en esta ocasión aprovechemos el momento que estamos viviendo y desarrollemos una sostenibilidad lo más sólida y duradera posible, y sobre todo con gran capacidad transformadora. España ha tenido siempre un espacio económico que le ha permitido vivir con cierta comodidad, el sector turístico, vaya por delante que creo necesario no solo preservarlo, sino, además, continuar potenciándolo.

En 2019 la contribución que tuvo el turismo a nuestro PIB fue del 14,1%, el más elevado de los principales países del mundo con clara dedicación a este sector, pues bien, debido a la pandemia, en 2020 bajamos hasta el 5,9%, descendiendo hasta el cuarto lugar, tengamos en cuenta que el Covid-19 tuvo incidencia para todos, así que es necesario no solo recuperar la posición, además deberemos modernizarla y aprovechar el empuje en digitalización que nos brinda la Unión Europea.

También debemos ser capaces de apostar seriamente por el desarrollo de la industria, sector muy débil para un país como el nuestro y que la más importante es la del automóvil, teniendo en cuenta que la producción está instalada en España, pero la propiedad es exterior, así que, podemos denominarla como una industria de alto riesgo, pues está abocada a que en algún momento la deriven a otro país. 

Tener un principal sector económico del que se derivan el resto de los servicios es un problema muy grave cuando acontece cualquier crisis, ya que este es el primero que el consumidor abandona y el último que recupera. Es necesario diversificar la economía y apostar de manera importante por aquella más estable y segura.

Seamos capaces de aprovechar el momento y configurar la sociedad en la que vivimos en un modelo de eficiencia y responsabilidad para el futuro. No permitamos que las individualidades que marginan al resto sean el común denominador de las derivas que debemos tomar y, ante todo, como vengo escribiendo una y otra vez apostemos con la mayor fuerza por la educación, es lo que nos permitirá ser personas y ciudadanos de verdad al completo.

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