Los neurólogos inician el estudio ICTUS-COG: Deterioro Cognitivo tras el Ictus y sus determinantes
Hoy se celebra una reunión en Servet entre sanitarios y pacientes para implantar medidas de humanización en la atención a esta enfermedad
“Un buen control de la tensión arterial supone una disminución del 50% en la probabilidad de tener un infarto cerebral y protege no solo contra los infartos cerebrales que te pueden dejar en una silla de ruedas sino también contra el deterioro cognitivo y la demencia”.
Así lo manifiesta el responsable de la Unidad del Ictus del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, el doctor Javier Marta. El neurólogo insiste en que “controlar los factores de riesgo cardiovascular -como la tensión arterial- es importante sobre todo en las edades medias de la vida porque es lo único que nos puede favorecer un envejecimiento saludable”.
El ictus es un trastorno brusco en la circulación sanguínea del cerebro que puede ser producido por oclusión de un vaso sanguíneo (el 85% de los casos) o por rotura del vaso, con la consecuente hemorragia (el 15%). Es una enfermedad con gran impacto sanitario y social.
En España mueren cada año 27.000 personas a causa de un ictus y dos de cada tres personas que sobreviven presentan algún tipo de secuela, en muchos casos con discapacidad. Además, el ictus es la segunda causa de demencia después de la enfermedad de Alzheimer.
A este alto impacto sanitario y social se suma el económico: el coste anual de cada paciente con ictus es de 27.700 euros.
Frente a estos impactantes datos, los expertos insisten en que más del 80 % de los ictus son evitables si se controlan los factores de riesgos que se pueden modificar: tensión arterial, consumo de tabaco o alcohol, dieta, actividad física… “El cerebro hay que cuidarlo toda la vida, pero es especialmente importante prestar atención a estos factores a partir de los 40-50 años”, insiste Javier Marta.
Investigación
El doctor forma parte del grupo de Neurociencias que desarrolla el proyecto “ICTUS-COG: Deterioro cognitivo tras el Ictus y sus determinantes”, un estudio sobre casos de ictus que no han causado trastornos motores o sensitivos muy evidentes pero que sí generan “un enlentecimiento del pensamiento, falta de motivación, incapacidad para planificar cosas más complejas a largo plazo…
El paciente nota que su rendimiento no es el mismo y eso tiene un reflejo en todo en su vida diaria”, explica el doctor.
Los clínicos comprueban que hay pacientes con este deterioro que mejoran, otros continúan con el daño sufrido sin agravar su estado y otros evolucionan a demencia. “Los factores que hacen que unos casos vayan en una dirección u otra están poco estudiados y todo ello es lo que queremos investigar”, dice Javier Marta.
Ya se han empezado a reclutar pacientes de menos de 75 años que tras sufrir un primer ictus sin secuelas motoras, son sometidos a un estudio cognitivo en profundidad. Los test se van repitiendo hasta los dos años y los investigadores cotejan la información extraída con otros datos de interés clínico (edad, hipertensión, otro tipo de enfermedades concomitantes…).
Muchos de estos asuntos relacionados con el ictus son objeto de debate hoy en la sesión “El paciente con ictus. La epidemia silenciosa del siglo”, sesión del ciclo “El paciente protagonista”, foro de encuentro de pacientes y profesionales sanitarios para mejorar en la humanización de la atención sanitaria.
Este mes de mayo, la sesión se centra en esta enfermedad neurológica y precisamente es en la Unidad del Ictus del Servet donde trabajan distintas medidas para incrementar el confort en la hospitalización.
Pequeñas acciones que humanizan el entorno
El servicio ha establecido un plan con tres líneas de acción: cuidar la relación con el paciente, mejorando su experiencia en el trato y la información recibida; mejorar la calidad del sueño y reducir el nivel de ruido. Con respecto al primer punto, el doctor explica algunas claves a seguir.
“Debemos preocuparnos de asegurarnos de que nos ha entendido, lo mínimo es que pueda contestar a ¿sabe lo que le ha ocurrido?, ¿sabe por qué le ha ocurrido?, ¿sabe cómo evitar que el problema su salud empeore?, ¿podemos ayudarle a afrontar lo que le toca?”, dice el doctor.
María Jesús Chopo, supervisora de Neurología, indica que los enfermos cuentan que no descansan bien en un área donde hay varios pacientes encamados. Pequeñas medidas, como utilizar luces individuales (si hay que atender a un paciente que no se moleste al resto) o pautar la medicación de forma que no se altere el sueño nocturno, pueden ser algunas acciones positivas.
Y otra de las acciones a llevar a cabo es la reducción del nivel de ruido en la planta, algo en lo que debe trabajar conjuntamente el propio personal (bajar el tono de voz); la institución (evitar el ruido de máquinas, por ejemplo) y los ciudadanos (control de visitas).
“A veces con pequeñas acciones podemos hacer mucho”, dice Chopo. “Hacer los cambios de turno en despachos en lugar de en el control de Enfermería en mitad del pasillo aporta discreción y confidencialidad. Es una gran mejora con una acción sencilla por nuestra parte”, insiste.
Fuente: Gobierno de Aragón