Raquel Manzano: «El objetivo de mi investigación es entender cómo el músculo participa en el desarrollo de enfermedades neuromusculares asociadas al envejecimiento»
Raquel Manzano
Investigadora en enfermedades neuromusculares y envejecimiento en Grupo Lagenbio. Área de Genética, Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza
Tras pasar parte de su carrera en la Universidad de Oxford, la investigadora Raquel Manzano volvió a Zaragoza en 2018. Actualmente está el Laboratorio de Genética Lagenbio donde su trabajo se centra en estudiar qué papel juega el músculo en enfermedades degenerativas asociadas al envejecimiento, como la ELA y la sarcopenia.
¿Podría hablarnos brevemente sobre su trayectoria profesional y cómo llegó a este grupo de investigación?
Conocí el grupo ya durante mi época de investigadora predoctoral, sin embargo, tras doctorarme allá por 2011, me marché a Reino Unido para continuar mi carrera investigadora en la Universidad de Oxford.
Allí formé parte de dos grupos de investigación especializados en enfermedades Neuromusculares genéticas coordinando proyectos tanto en ELA como en Distrofia muscular de Duchenne.
En 2018 conseguí financiación de la Unión Europea, del programa Marie Curie para trasladar mis líneas de investigación a España y decidí volver a Zaragoza, al Laboratorio Lagenbio.
En junio de 2021 obtuve una plaza como investigadora principal en la Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y el Desarrollo (ARAID) y en noviembre del año pasado me incorporé a la Universidad de Zaragoza como investigadora y docente en el área de Genética.
Para que nuestros lectores se sitúen: ¿A qué se dedica Lagenbio?
Lagenbio es un Laboratorio de Genética en el que se desarrollan varias líneas de investigación. Por un lado, trabajamos para conservar la diversidad genética de los animales domésticos y para garantizar la seguridad de los alimentos y mejorar su calidad. Por otro lado, tenemos proyectos enfocados a la salud humana y animal, tanto estudiando cómo funcionan las enfermedades, como desarrollando nuevos métodos diagnósticos y terapias.
Mi trabajo está dentro de esta última área, la salud humana. Mi línea de investigación tanto en mi etapa en Reino Unido como ahora en Lagenbio se centra en estudiar qué papel juega el músculo en enfermedades degenerativas asociadas al envejecimiento, como la ELA y la sarcopenia.
No nos podemos olvidar de que España tiene la segunda esperanza de vida más alta del mundo, y la mayoría de estas enfermedades tienen en común la pérdida de la masa y fuerza muscular y la movilidad. Son enfermedades que generan un grado alto de dependencia y tienen un gran impacto tanto en el entorno familiar del paciente como en el propio sistema sanitario.
¿Respecto a la ELA, cuánto sabemos de esta enfermedad hoy en día?
La ELA se describió en 1869 y desde entonces se ha avanzado mucho. Hoy sabemos que una parte de los pacientes tienen mutaciones en algunos genes que les hace tener más predisposición a padecerla. También hemos encontrado muchos de los mecanismos por los que la neurona y el músculo dejan de funcionar y tenemos mejores herramientas para diagnosticarla, porque especialmente en las primeras etapas, los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades.
Los retos que seguimos afrontando tanto investigadores como clínicos son principalmente que no sabemos exactamente cuáles son las causas de la mayoría de los casos y que la progresión de cada paciente es muy diferente, por lo que nos es difícil predecir la velocidad a la que va a evolucionar la enfermedad.
El origen de esta enfermedad es genético en el 10% de los casos. ¿Por qué se origina en el 90% de casos restantes?
Esa es la pregunta del millón. Se han hecho muchos estudios en este sentido y probablemente sea una combinación de factores genéticos y también ambientales que aún desconocemos. Se ha visto por ejemplo que en algunos grupos con una alta incidencia de la enfermedad existía una exposición a determinados químicos y algunas infecciones y traumatismos en la cabeza también se ha sugerido que pueden predisponer a desarrollarla. Aunque establecer una relación directa entre estos factores y la enfermedad es complicado.
Los retos que seguimos afrontando tanto investigadores como clínicos son principalmente que no sabemos exactamente cuáles son las causas de la mayoría de los casos (de ELA) y que la progresión de cada paciente es muy diferente, por lo que nos es difícil predecir la velocidad a la que va a evolucionar la enfermedad
Ustedes investigan esta enfermedad, cuyo origen se desconoce en el 90% de los casos y actualmente buscan biomarcadores para adelantar el diagnóstico y precisar el pronóstico de los enfermos de ELA. ¿En qué consiste esta búsqueda?
En Lagenbio se lleva investigando en esta enfermedad desde hace más de 20 años y actualmente somos 4 investigadores permanentes los que coordinamos proyectos relacionados con la ELA. En los proyectos enfocados al diagnóstico, la estrategia se basa en buscar moléculas o factores que nos permitan distinguir esta enfermedad de otras que tienen síntomas similares, sobre todo al comienzo. También intentamos encontrar indicadores de la velocidad a la que va a evolucionar en cada paciente, porque es muy variable.
La forma en la que lo hacemos es usando modelos de laboratorio (principalmente células y modelos animales) y si encontramos un candidato prometedor, comprobamos si funciona utilizando muestras de pacientes. Esto nos permite avanzar más rápido al hacer un barrido y probar muchos más candidatos en el laboratorio antes de utilizar las muestras de pacientes que son mucho más escasas y difíciles de obtener.
¿Qué permitiría poder adelantar el diagnóstico de los pacientes con ELA?
Por un lado, permitiría al neurólogo comenzar con el tratamiento antes buscando el apoyo de otros profesionales como fisioterapeutas, enfermeros o psicólogos para aliviar los síntomas a medida que avanza la enfermedad. Por otro lado, tanto el paciente como el entorno podrían planificar y tomar decisiones para afrontar mejor las distintas etapas de la enfermedad, ya que como digo el grado de dependencia que alcanzan estos pacientes es muy alto.
¿Qué otras investigaciones lleva a cabo?
El objetivo de mi línea de investigación es entender cómo el músculo participa en el desarrollo de estas enfermedades neuromusculares que, en general, se asocian al envejecimiento. Saber qué mecanismos llevan a la pérdida de masa y fuerza muscular nos está permitiendo diseñar tratamientos para prevenirla y tratarla una vez que ha comenzado.
Dentro de esta línea, trabajo con enfermedades genéticas como la enfermedad de Kennedy, la distrofia muscular de Duchenne o la ELA, pero también en sarcopenia.
Esta última enfermedad no tiene una causa genética pero afecta a más de 20 millones de personas en Europa. A partir de los 30 años, de forma natural, comienza a disminuir la masa y fuerza muscular, y a partir de los 60 esta pérdida de acelera. En los pacientes de sarcopenia esta pérdida es mucho más grave y rápida y les genera graves dificultades para moverse o realizar las actividades diarias por lo que son muy propensos a caídas, fracturas y hospitalizaciones. Mi trabajo se centra en encontrar el origen de esa pérdida tan rápida y severa de masa muscular en estos pacientes y tratar de frenarla.
¿Qué me puede contar de su equipo?
Como he comentado al principio, prácticamente la mitad de mi carrera tras obtener el grado de doctor la he realizado fuera de España. Esto ha facilitado que en mi línea de investigación pueda contar con clínicos, investigadores y empresas de distintos países lo que enriquece mucho los proyectos. Dentro de Lagenbio, actualmente participo en la dirección de tres tesis doctorales.
Creo que tanto la multidisciplinaridad como la internacionalización son dos señas de identidad de mi equipo de trabajo y son indispensables para mantener esta línea de investigación en las fronteras del conocimiento y la innovación. No podemos olvidarnos de que el objetivo final de nuestro trabajo es mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Redacción AEA / L L M