Covid y empresas
Profesor Titular de la Facultad de Veterinaria, Universidad de Zaragoza
http://winepi.net/covid19.htm
El refrán que he utilizado como título es uno de los principios de la medicina preventiva, especialmente ante enfermedades con consecuencias fatales. Hace pocos días se publicó en The Lancet un extenso artículo (57 páginas) en el que 40 expertos analizaban con detalle las lecciones para el futuro que nos dejaba la Covid-19. Empezaban indicando que para luchar con éxito contra una enfermedad infecciosa emergente son necesarios cinco pilares básicos.
El primero de ellos es la prevención, es decir, la adopción de medidas efectivas para evitar la aparición de un patógeno nuevo y peligroso que pueda producir un brote de consecuencias negativas. Esas medidas primarias pueden tomarse a nivel territorial con políticas sanitarias basadas en control de movimientos, cierre de fronteras y estrictas cuarentenas a la entrada, como es el caso de China (o fue el de Australia y Nueva Zelanda). También pueden plantearse a menor escala para proteger a una población vulnerable específica, y en el caso de la Covid-19 serían las medidas que se adoptaron en residencias de mayores. El principal problema es compatibilizar la aplicación de esas medidas con el desarrollo normal de la actividad de las poblaciones a proteger.
El segundo pilar es la contención, que busca minimizar la capacidad del patógeno para diseminarse en una población una vez que se presenta el brote (es decir, son medidas secundarias que se aplican cuando cae el primer pilar). En este grupo de medidas se encontrarían muchas de las medidas que se adoptaron al inicio de la pandemia (rastreo de contactos, aislamientos y cuarentenas, reducción de aforos, uso de mascarillas, ventilación de espacios cerrados…).
Conforme disminuye la gravedad de las consecuencias de la enfermedad, se van relajando estas medidas, aunque sería de gran interés la aplicación voluntaria de muchas de estas medidas dependiendo de la situación epidemiológica. Un ejemplo sería el uso de mascarillas (tan polémico) que sería una medida clave para reducir la circulación de virus causantes de enfermedades respiratorias agudas dependiendo del estado sanitario y el nivel de riesgo de cada persona, el nivel de exposición (espacios cerrados mal ventilados con aglomeración de personas) y la incidencia registrada.
El artículo indica que el tercer punto son los servicios de salud, que son los responsables de aplicar medidas terciarias orientadas a salvar la vida de los infectados y acortar el tiempo que están enfermos. Afortunadamente cada día se registran nuevos avances terapéuticos frente a la Covid-19, y de muchas otras enfermedades, pero los tratamientos no son completamente efectivos y por eso todavía no deberíamos prescindir de las medidas primarias y secundarias.
Es aquí donde cobra todo su sentido el refrán “Más vale prevenir (y contener), que curar”. Además, como los recursos sanitarios son limitados, el esfuerzo que se dedica al tratamiento de los enfermos en un brote epidémico compromete la continuidad de los servicios de salud. Creo que todos recordamos las altas ocupaciones hospitalarias por Covid-19 que retrasaron tratamientos de pacientes afectados por otras enfermedades.
El cuarto pilar es la equidad, para asegurar que las cargas económicas y sociales derivadas de la pandemia se repartan de una forma justa entre la población buscando la protección de los grupos e individuos más vulnerables.
Y finalmente el quinto pilar clave para luchar contra una enfermedad infecciosa emergente es el I+D, ya que es fundamental desarrollar, producir y distribuir nuevos tratamientos y vacunas de forma equitativa y eficiente a nivel global.