Juan José Cubero Marín
Exprofesor titular de la Universidad de Zaragoza
jjcooperm@hotmail.com
El pasado día 9 de diciembre se celebró, aunque no sea para celebrar, el Día Internacional Contra La Corrupción. Es la consecuencia de que el 31 de octubre de 2.003 se aprobó (entrando en vigor en 2.005) la “Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción” y al mismo tiempo, designando esa fecha, con el fin de sensibilizar a todo tipo de organizaciones y personas, la importancia de erradicar la corrupción.
Ahora que tanto se está hablando, como hacemos todos los meses en esta sección, de la Responsabilidad Social Corporativa, la Buena Gobernanza, la Debida Diligencia, del Pacto Mundial y su Principio número 10, “Lucha contra la Corrupción” y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, hay que recordar que la también denominada “Agenda 2.030”, contempla este terrible problema en el ODS 16, cuyo objetivo es “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el Desarrollo Sostenible, facilitar el acceso a la justicia y crear instituciones eficaces, responsable e inclusivas a todos los niveles” y más concretamente en su Meta número 5, donde se nos pide que.
“Asumamos la importancia y que trabajemos para reducir la corrupción y el soborno en todas sus formas”. Igualmente en la Meta número 6, se nos llama la atención en relación con la “Necesidad de crear instituciones eficaces, responsables y transparentes”. También hay disponible normas, algunas de ellas certificables. De esta manera sería más fácil reducir los impactos negativos que produce la corrupción. Hay muchas organizaciones que aseguran que cumplen con los requisitos de esas iniciativas y normas.
En este medio ya hemos publicado algunos artículos en relación con este encuentro anual de la lucha contra la corrupción, pero en esta última ocasión se ha producido un vacío casi total de actividades informativas en los medios de comunicación de todo tipo. ¿Es que no interesa este tema? Y otra pregunta: ¿Por qué? En asuntos importantes, como este, sucede en muchas ocasiones, que hay muchas preguntas y pocas respuestas, de ahí el título de este artículo, ¿Olvido o …?
Las Naciones Unidas nos avisan, recordándonos que la corrupción tiene repercusiones negativas en todos los aspectos de la sociedad y está profundamente ligada a los conflictos y la inestabilidad, poniendo en peligro el desarrollo social y económico y las instituciones democráticas y el Estado de derecho y que la corrupción no solo sigue al conflicto, sino que a menudo es una de sus causas fundamentales. Alimenta los conflictos e inhibe los procesos de paz al socavar el Estado de derecho, agravar la pobreza, facilitar el uso ilícito de recursos y proporcionar financiación para los conflictos armados. Eliminando esta lacra, se podría eliminar el hambre en el mundo.
Por otro lado, la prestigiosa entidad Transparency International señala que el Índice de Percepción de la Corrupción, IPC 2021, revela que los niveles de corrupción se han estancado en los últimos diez años, en medio de un entorno de abusos a los derechos humanos y deterioro de la democracia. La calificación de España en el mencionado Índice, que publicaron a principios de 2.022, ha supuesto la bajada de un punto en relación con el año pasado, obteniendo en esta ocasión un 61/100. Con esta calificación, España ocupa la posición 34/180 del ranking global del IPC, junto con Lituania.
Esto supone un descenso de dos puestos con respecto al IPC2020. Por otro lado, España se ubica en el puesto número 14/27 de la Unión Europea, bajando, asimismo, dos posiciones con respecto al año pasado, nos adelantan Lituania y Portugal. De acuerdo con la metodología utilizada en el IPC, una diferencia de un punto en un año, como el que ha bajado España en 2021, no es estadísticamente significativa. Sin embargo, sí que refleja que sigue latente en España un nivel de corrupción que incide en el buen funcionamiento de las instituciones democráticas, y que requiere una llamada a la acción a las autoridades públicas, al sector privado y a la sociedad civil.
Para más información, se puede acceder a la página web: https://transparencia.org.es.
Recientemente y en la propia Unión Europea, se han conocido casos de corrupción, llevados a cabo por ciertos parlamentarios europeos, comandados por una vicepresidente del propio Parlamento Europeo. Esto es para “dar ejemplo”.
Este problema de la corrupción no es nuevo. El profeta Amós, 783-743, antes de Cristo, ya detectó y llamo la atención a los comerciantes judíos por alterar las balanzas, para que de este modo tuvieran más ganancias, a costa de sus proveedores y clientes. Está claro que hay que hacer un gran esfuerzo para erradicar este tipo de delitos, ya que sus raíces son muy profundas.
Este grave problema nos afecta a todos, como se puede apreciar en el Evangelio de San Juan, donde se relata que una mujer adúltera iba a ser apedreada y ante esta situación, les dijo a los allí reunidos: “El que esté sin pecado que le tire la primera piedra”, y ahí terminó el cumplimiento de la sentencia. ¿Pasará con la corrupción lo mismo?