Luz Gabás: “El amor produce cierta recompensa al dolor de la existencia”
Luz Gabás
Escritora y Premio Planeta 2022
Charlamos con la escritora Luz Gabás unos meses después de que se alzara con el Premio Planeta 2022 gracias a ‘Lejos de Luisiana’, una trepidante novela histórica de amor y aventuras que lleva al lector por un territorio y una época poco conocidos.
Enhorabuena por el premio Planeta, ¿qué significa para usted haber ganado este galardón y cómo ha vivido estos meses?
Me he dado cuenta de que el impacto es mayor de lo que yo pensaba. Te reclaman en muchos sitios, hace mucha ilusión que vaya el Premio Planeta a clubes, jornadas literarias… Ha habido un aumento del volumen de viajes, visitas y encuentros con los lectores lo cual está muy bien, es un trabajo muy recompensante.
Vayamos con la novela. ¿Cómo nace ‘Lejos de Luisiana’?
Es un cúmulo de muchas cuestiones. Normalmente, mis novelas surgen de una idea, de una frase, de algo sobre lo que quiero escribir, no necesariamente en un contexto concreto. Después elijo el contexto que más se ajusta o que creo que me va a servir como decorado de lo que yo quiero escribir.
En este caso, como había estudiado literatura norteamericana y he vivido en Estados Unidos, había una conexión emocional directa con el país. Me encargaron un relato sobre el papel de España en la independencia de Estados Unidos y ahí me enganché a la historia. Pero no solo por la figura de Bernardo de Gálvez, que es conocida, u otros españoles como Fernando de Leyba, era todo: el paisaje, los grupos sociales, todo aquello sobre lo que podía hablar.
Tenía todo esto en la cabeza y el concepto sobre el que quería escribir, que era una novela sobre la vida, con muchos personajes, con una mezcla de aventuras, pasiones, en un contexto especial y en una novela sobre el esfuerzo. Dije: este es el lugar (Luisiana) y el momento (siglo XVIII, en transición de la Ilustración al Romanticismo).
¿Cómo fue el proceso de documentación?
Empecé en 2018 y hasta 2020 no hice más que leer, no escribí ni una línea. Lo que hice fue plantearme el tema de lo general a lo específico. Es decir, antes de documentarme sobre Nueva Orleans, leí cómo estaba el mundo, Europa, América, España en América. Iba estrechando el foco hasta llegar a Luisiana: qué era, cómo de grande, quién vivía ahí, cómo fue española, en qué contexto…
Una vez tenía todo acotado me centré en lo que ya era Luisiana, vertebrada por el río Misisipi, en el territorio que ocuparon los españoles: desde Nueva Orleans hasta San Luis de Misuri.
Con tanta información, lo difícil parece tener que acotar.
Había que acotar porque una de dos: o escribía varias novelas o hacía una. Yo soy más de estudiar un tema, escribir una novela y ya está, a por otro tema, por cambiar.
El periodo que se describe en ‘Lejos de Luisiana’ es uno muy concreto y quizá poco conocido para el público en general. ¿Cómo ayudan las novelas históricas a rescatar la historia?
Ayudan mucho por una razón. ¿Qué se sabe? Que Luisiana fue provincia española durante 40 años, así como titular no da más de sí, pero empiezas a tirar del hilo y a hacerte preguntas: ¿Cómo fue esa transición? ¿Nos quisieron? ¿Quién estaba en contra de los españoles? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué familias se dejaron de hablar y por qué? Empiezas a escarbar y te salen dramas familiares y ahí es donde tienes la novela.
La novela histórica lo que hace es enseñar de una manera más amena que un texto de historia porque para saber todo lo que sucede en una novela como ‘Lejos de Luisiana’ tendrías que leerte toda la biografía que pongo al final de la novela y no hay tiempo. Por mucho interés que tengas tienes que ser experto en historia o alguien que esté haciendo una tesis doctoral o ese tema nunca lo vas a aprender. Por eso la novela histórica es muy práctica y gusta tanto.
El historiador es curioso pero el escritor también, incluso más porque se fija en otros detalles. Hay lectores con diferentes gustos o diferentes momentos: a veces quieres algo ligerito, otras veces quieres aprender algo y otras veces quieres algo reflexivo.
¿Cómo se estudia el pasado sin caer en el presentismo?
Creo que es inevitable juzgar el pasado desde nuestra óptica. Cuando hablan los personajes entre sí, los hijos tutean a sus padres y lo hago porque da cercanía al lector. Un purista diría que esto no puede ser porque, por ejemplo, los matrimonios se trataban de usted, pero a mí eso me produce una lejanía. ¿Por qué no ha de estar permitido que se tuteen?
Otra cosa es el contexto histórico: si es una novela histórica, el contexto tiene que ser veraz en cuanto a fechas, qué sucedió, batallas, bandos… Pero no es una lección de historia, no tiene que ser un reflejo exacto de lo que sucedió, hay un amplio margen de movimiento para un novelista entre el “me lo invento todo” y el “soy 100% exacto”, porque así la novela resulta pesada y no fluye.
Sobre el presentismo: es imposible no mirar con los ojos de ahora, pero tampoco hay que tenerle miedo a eso. En ese contexto había esclavitud y yo tengo que reflejarlo y hasta me quedo corta en algunas situaciones, pero no puedo no describir lo que sucedió porque estaré faltando a la precisión del contexto histórico. Hay que leer también para no juzgar de una manera errónea.
El resumen sería que hay que tener cuidado, depende de cada escritor. Yo creo que lo mejor es acercarse a la era, aunque con ciertas licencias para adaptar al gusto lector actual.
La novela histórica lo que hace es enseñar de una manera más amena que un texto de historia
Esta es una novela coral, pero son mujeres las que sostienen principalmente la trama. Además, son diferentes modelos de mujer con maneras diversas de comprender la vida.
Cuando elijo un grupo social procuro fijarme en personajes masculinos y femeninos. Pienso que va a quedar más rica la novela, además es difícil coger un solo personaje de una clase social porque lo estás estereotipando. Hay muchos perfiles. He escrito una novela muy orgánica, en la que todo tenga que ver, que estén relacionados unos con otro de alguna manera o se conozcan.
Así ayuda al lector también a acercarse a este periodo desde diferentes prismas.
Así es. Es que era una sociedad multicultural y multiétnica y por eso tenían que estar representados o todos o casi todos los grupos sociales.
El amor es una pieza clave en la novela, no solo el amor romántico sino también a un lugar, a la libertad. ¿Qué tiene el amor para gustar y atrapar tanto en la literatura?
Es la pasión humana más intensa. Yo en todas las novelas que leo se habla de amor de alguna manera. Del amor o del desamor y sus consecuencias; da igual el punto de vista desde el que lo veas. Yo creo que el amor produce cierta recompensa al dolor de la existencia.
Cuando lees una novela quieres acompañar a los personajes en su viaje emocional y, al igual que las personas, los personajes se relacionan, tienen relaciones de amistad y de amor. Me parece que una novela sobre la vida tiene que hablar sobre esto precisamente. El eje vertebrador es una historia de amor, a mí me gusta mucho leerlas en novelas. Creo que es un buen eje vertebrador y, en este caso, el hecho de que sean dos personas de dos mundos tan diferentes pero que en este momento estuvieran conviviendo, como son el mundo nativo americano y el europeo, me parecía muy enriquecedor para la novela.
En la novela encontramos dos personajes relacionados con Aragón, Antonio Cornel y el conde de Aranda. ¿Quiso hacerles un homenaje al incluirlos?
Sí, eso lo tengo claro. Cuando me encuentro cualquier tema y hay alguien cercano de mi tierra que tiene algún papel relevante siento más curiosidad. Quiero aprender más sobre ese personaje y si encima le puedo dar frase y papel en la novela pues es un guiño a mis lectores cercanos. En el caso del conde de Aranda además es que tuvo un papel esencial en la ayuda de España en la independencia de los Estados Unidos.
Es curioso porque a los aragoneses, sobre todo los jóvenes, les preguntas quién fue el conde de Aranda y no lo saben, no saben la importancia que tuvo. Creo que la novela histórica permite sacar a la luz personajes que se han olvidado y es una pena porque los textos, las cartas que escribía este señor son tan detallados y demuestran una personalidad que no me extraña que llegara tan lejos porque era un hombre muy inteligente, tenaz, obstinado, tenía las cosas claras. Era un visionario porque se cumplió lo que él predijo: “Los Estados Unidos ahora es un pigmeo, pero pronto será un gigante”.
También al leer sobre ellos los humanizamos.
Efectivamente, eran hombres y mujeres de carne y hueso con sus preocupaciones con ganas de hacer bien su trabajo, con un alto sentido de la responsabilidad. Es un personaje interesante y estudiado, pero poco conocido a nivel general.
Antonio Cornel sale unas pinceladas porque es de Benasque, fue amigo de la duquesa de Alba. Parece que todo estaba lejos en el siglo XVIII y estaba todo más cerca de lo que parecía. Yo me los imaginaba en Luisiana o en el Caribe hablando de Benasque.
Normalmente mis novelas surgen de una idea, de una frase, de algo sobre lo que quiero escribir
¿Es cierto eso de que la historia se repite?
Yo creo que sí, lo que pasa es que cada generación tiene su propio discurso, pero hay unas cuestiones esenciales que se repiten. Por ejemplo: el deseo de ir a más, la ambición, la traición, las personas sin escrúpulos… Hay ciertos perfiles de personajes que se repiten y por eso entendemos textos clásicos y medievales. Otros han cambiado tanto que los vemos con distancia, nos son muy ajenos, sobre todo en temas sociales: de la mujer, libertad…
Creo que se repite, aunque también digo que cualquier tiempo pasado fue peor, eso lo tengo claro. Se repiten cosas, pero vamos mejorando. En la historia ha habido mucho dolor, mucho dolor y miseria, es lo que te encuentras cuando lees. Mejoramos en bienestar social, podemos mejorar más.
¿Qué le gusta leer a usted? ¿Qué debe tener un libro para que le atrape?
Depende del momento. En general diría “que tenga amor o aventuras” pero no necesariamente porque hay libros intimistas que son deliciosos, hay narrativa poética deliciosa. Me gusta picotear un poco de todo y dejarme enamorar por un libro que me ha tocado mucho.
Si elijo novela histórica es porque quiero aprender de un contexto concreto, pero en otros momentos me apetece algo más ligero, o una policíaca de vez en cuando. Sobre todo, creo que en España hacen un gran trabajo las editoriales que miman mucho las ediciones, hay muy buena narrativa, muy buenas novelas de diferentes géneros y es un gusto. Ahora estoy leyendo como nunca literatura española.
Tras ganar el Premio Planeta, ¿siente más presión o mayores expectativas de cara a próximos trabajos?
Ya llevo cinco novelas, ya he pasado por eso. La pelea es conmigo misma para escribir un texto que a mí me deje satisfecha. Yo recuerdo después de ‘Palmeras en la nieve’ que le dije a mi editora que iba a escribir una novela sobre brujería en el siglo XVI en el Pirineo y pensé que igual era algo tan local que no le interesaba y su respuesta fue: “Tú escribe lo que tú quieras, para eso es tu voz y tus historias”.
Es lo bueno del panorama literario español, que hay tantas voces de diferentes lugares, de escritores y escritoras que es una gran riqueza. Mi única presión es ser capaz de sentarme meses otra vez delante del ordenador, gestionar el tiempo, pero una vez que estoy sentada sé lo que quiero escribir.
Esta es una novela visual, fácil de imaginar llevada al cine. ¿Hay algún proyecto en marcha en este sentido?
De momento no, hay muchas conversaciones porque es una novela que se presta a hacer película y saldría una gran película o serie o lo que quieran hacer. Yo soy muy audiovisual, me gusta mucho este mundo. Me lo pasé muy bien durante la transformación de ‘Palmeras en la nieve’ a película y no me importaría volver a pasar por eso, teniendo en cuenta que es algo que hacen los demás sobre mi texto y ahí el trabajo es para directores, productores etc.
Tengo la sensación, me pasó con ‘Palmeras en la nieve’, de que yo ya había hecho mi trabajo y estaba agotada y ahora el texto ya vuela y lo que le suceda será bienvenido.
El amor es la pasión humana más intensa. En todas las novelas que leo se habla de amor o del desamor y sus consecuencias
¿Vivir en el Pirineo, lejos de las grandes ciudades, favorece su proceso de escritura?
El Pirineo es un lugar hermoso y es un lugar de muchos pueblos, de piedras, pizarra y naturaleza y es mi entorno. Ahí me siento en casa, y como desde donde trabajo es en casa, pues trabajo muy a gusto allí. No sé escribir en un hotel con un ordenador, no sé, no me concentro.
Me concentro en mi casa, con mis cosas, en un sitio donde me siento resguardada, protegida, acompañada. Por eso escribo allí. Ahora estoy viajando tanto que estoy más en hoteles que en mi casa en el Pirineo. Cuando todo esto pase, volveré a coger el ritmo en mi casa. Tiene más que ver con la sensación de ser mi hogar que de ser Pirineo. Es la sensación que tiene cada uno de su rincón.
¿Nos puede adelantar algo de su próximo trabajo?
No. Estoy trabajando, pero solo dándole vueltas, tomando notas, leyendo alguna cosa.
¿Hay algo que quisiera añadir?
Ahora que han pasado meses desde que salió publicada la novela es cuando los lectores ya la han leído y comentan y me encanta ver cómo coinciden todos en algunas cosas y conocen como escribo: yo de entrada no soy de poner una escena inicial tremenda; si quieres entrar vas a ir entrando en la novela poco a poco hasta que tú eres parte del paisaje y eres un personaje más.
La gente me dice “es que me veía ahí” y le cogían cariño sobre todo a los protagonistas. Los lectores me dicen que comprenden a cada personaje, se meten en su piel. Eso es muy bonito. Estoy recibiendo de vuelta una gran recompensa.
Redacción AEA (LLM/ Fotos: JF)