Antonio Morlanes Remiro
PRESIDENTE DE ARAGONEX
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Creo que dedicar un poco de tiempo a reflexionar sobre lo que significa el término productividad podrá aportarnos, al menos, una capacidad más cualificada para debatir sobre este concepto, que considero de gran importancia, no solo para la economía, sino para el papel que jugamos las personas en esta faceta. Verán, podemos encontrar multitud de definiciones sobre lo qué es la productividad, cómo se desarrolla y hasta las fases que debería tener y se puede vislumbrar que en muchas de ellas se atisba alguna derivada de posicionamiento interesado. Por todo lo anterior, he intentado iniciar este artículo con la que me ha parecido que recoge de forma completa y aséptica su significado.
Productividad: “resultado de dividir la cantidad de bienes o servicios producidos entre los factores de producción utilizados”.
A partir de aquí, podemos adoptar todo tipo de consideraciones con las que nos hallemos cómodos para su desarrollo. Considero que la productividad se produce como una derivada de todo un conjunto de decisiones por alguien que desea producir algo. Me explico, cuando una empresa toma la determinación de poner un bien o un servicio en el mercado deberá ante todo haber estudiado el espacio comercial en el que desea competir, saber en qué porcentaje de estado se encuentra la demanda y cuál es la tipología que está actuando en la oferta. En base a estas consideraciones podremos decidir si debemos continuar o abandonar. En caso de seguir con el proyecto, una buena fórmula es saber en qué parte de ese mercado deseamos colocarnos y qué objetivos queremos alcanzar. Sería interesante que fuésemos conscientes de que el crecimiento no es infinito y que además el tiempo lo hace cambiante.
Con esta información ya podremos saber cuáles son los factores que debemos utilizar y cuál es el coste que aporta cada uno de ellos al total, es decir, lo que se conoce como productividad marginal, de esa forma podremos determinar cómo vamos a entrar en la fase de la competitividad. Una vez identificados los insumos necesarios para la producción debemos limitarlos al papel que tienen. Insumos no laborables: diseño, materias primas, maquinaria, calidad, etc. Organización del trabajo: gestión del espacio, planificación de las materias primas, distribución de los tiempos, riesgos laborales, dependencia tecnológica, etc. Recursos humanos: formación, motivación, absentismo, puntualidad, etc.
Es indudable que cada una de las patas (de la productividad) tiene un valor que irá condicionado con el producto y la cantidad que se desea poner en el mercado. Todo esto es importante porque en muchas ocasiones se establece, como sistema, que el peso de la productividad está en los recursos humanos. Esta apreciación, para mí errónea, se hace con el único sentido de bajar los costes del producto para competir por precio, cuando existen otras fórmulas en la fase de competitividad, una de ellas, y muy importante, es la calidad del producto con el que deseas ofertar.
Considero que queda establecido cómo la productividad es el punto donde queda reflejada la incidencia de las condiciones que deben darse para garantizar el éxito posterior de la comercialización. Por tanto, no entenderlo de esta forma es un riesgo que puede conducir al fracaso. ¿Cómo identificar el problema de que una empresa no tenga capacidad de análisis? En España existe un elevado número de empresas que tienen menos de diez trabajadores, es muy difícil que estas tengan otra visión de su producción que aquellas condicionadas por sus clientes. Es un problema que no se establezca un sistema público que las apoye en todo lo que significa un mejor rendimiento de su producción.
Ahora se va a crear el Consejo de la Productividad de España. Este organismo, que ya funciona en casi todos los países de la zona euro, es imprescindible para que se pueda entender el funcionamiento de la productividad y competitividad empresarial. La primera de las cuestiones que resolver recae en las Administraciones Públicas, es necesario eliminar la gran cantidad de burocracia innecesaria que existe y, por supuesto, dedicar un mayor esfuerzo a la innovación y a la formación, siendo la tecnología el camino para ambas cuestiones. Creo que el Consejo de la Productividad, que va a crear el Gobierno, tiene un reto imprescindible por realizar, pues la economía se alimentará de los resultados que se obtengan.
Hagamos el ejercicio de entender la productividad, no como un elemento de aminorar costes, sino como el sistema que nos garantizará el mejor mercado.