Opinión

9 formas de no entendernos en la empresa

Resolución de conflictos

Vanessa Ibáñez
Mediadora y Socia fundadora de Conflictless

En cualquier ámbito de nuestra vida vamos a encontrarnos con situaciones tensas en las que no nos atrevemos a tener una conversación catalogada como “difícil”. De hecho, si hacemos memoria, seguro que recordamos cómo en una experiencia de ese estilo, hemos desviado la mirada, fingido que nada ocurría o pospuesto que llegue el momento de un encuentro.

Sin embargo, no podemos obviar que eso no hace desaparecer el problema, de hecho, estamos alimentándolo y haciéndolo más grande.

En el lugar de trabajo, no afrontar una conversación difícil contribuye a crear un ambiente de trabajo tenso, con consecuencias negativas en la productividad y en el bienestar emocional de las personas que la conforman. Precisamente por esto, es esencial aprender a gestionar este tipo de conversaciones y transformarlas en una oportunidad de mejora: hablar de los problemas es la única forma de solucionarlos, es el motor de cambio y de crecimiento.

Al abordar los problemas de frente de una manera empática y constructiva, podemos fortalecer la confianza, fomentar la colaboración y, sobre todo, alcanzar soluciones y resolver los conflictos.

Realmente esto no es nada nuevo, y al menos que seas Homer Simpson, ya conocías de la importancia de la comunicación.

Pero, ¿si todo el mundo sabe que tener una buena comunicación puede ser esencial, y todos nos comunicamos, por qué entonces existe tanto conflicto sin resolver?

La respuesta es fácil: no estamos acostumbrado a decir que NO, o expresar que algo no nos gusta. Tampoco nos gusta mostrarnos enfadados ni parecer que por “exigir” algo somos unos egoístas…

Así que dejamos pasar las cosas por “no molestar”, esperamos que se solucionen con el tiempo, o utilizamos las indirectas con la esperanza de que la otra persona se dé por aludida, pero no afrontamos esas situaciones… y contribuimos a que se generen MALENTENDIDOS.

Además, por no saber enfrentarnos a estas conversaciones, cuando lo intentamos, muchas veces el resultado es negativo y opuesto al esperado, por lo que la persona ahora piensa que “para eso, mejor callarse”, contribuyendo a ese ciclo de evitación.

Si esto es grave en cualquier ámbito, imaginemos si además quien evade estas situaciones es el líder de un equipo.

Por eso, uno de los primeros ámbitos en los que estos mandos intermedios tienen que formarse, es el de la comunicación, superando lo aprendido de “emisor – mensaje – receptor” y sumando a la ecuación la escucha.  De hecho, tal y como defiende la Comunicación No Violenta (CNV):

Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que tú quieres oír, lo que oyes, lo que crees oír, lo que quieres entender y lo que crees entender: hay 9 posibilidades de no entendernos.

La CNV, partiendo de esto, facilita algunos pasos y técnicas de actuación.  Alguno de los aspectos que defiende son:

  • Utilizar el Yo. Dejemos de utilizar frases en base a lo que el otro (no) hizo, (no) dijo, etc. y hablemos de cómo nosotros nos sentimos. Evitar también frases impersonales como “la empresa dice”
  • Hablar de manera objetiva. Intenta comunicarte evitando los juicios de valor y siendo muy objetivo. Por ejemplo, “He notado que tus ventas han descendido un 15% en los últimos 6 meses.”
  • Muestra interés por los compañeros y miembros de tu equipo. Intenta evitar preguntas en las que se perciba un juicio.
  • Petición clara y concreta. Sé preciso en lo que quieres, no sirve un “necesito que mejores”, tienes que especificar en qué exactamente tiene que mejorar.
  • Responsabilidad. Apelar a la responsabilidad tanto propia como de la otra parte.

Todas estas cuestiones supondrán un cambio positivo, pero no habrá una transformación real hasta que los líderes no integren la CNV.

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