¿Cómo afectan las finanzas conductuales a la estrategia financiera de las pymes?
Ramón Padilla
Delegado territorial del Comité de Servicios Asociados de EFPA España en Andalucía Occidental
Las pequeñas y medianas empresas son el motor de muchas economías, especialmente de aquellas en las que, como en la española, la diversidad empresarial y la creación de empleo dependen en gran medida de estos negocios. De hecho, según Funcas, en nuestro país hay 2,9 millones de pymes, que representan el 99,8% del total de empresas y generan el 62,1% del empleo empresarial.
Su impacto es evidente, sin embargo, el éxito de estas empresas no está garantizado, siendo uno de los factores clave para su crecimiento disponer de una sólida planificación financiera. Una buena gestión financiera permite a las empresas anticiparse a los desafíos, optimizar el uso de sus recursos y tomar decisiones estratégicas informadas. Sin ella, las pymes corren el riesgo de enfrentar problemas como la falta de liquidez, el endeudamiento excesivo o la incapacidad para adaptarse a cambios en el mercado, lo que puede comprometer su supervivencia a largo plazo.
A pesar de la importancia de esta buena planificación, las decisiones que, en ocasiones, toman los dueños y gerentes de estas empresas, no siempre son completamente racionales. En la práctica, estas decisiones a menudo están influenciadas por emociones, experiencias previas o intuiciones que pueden desviar el juicio y llevarlos a consecuencias muy negativas. Este fenómeno se explica a través de las finanzas conductuales, una disciplina que estudia cómo los sesgos cognitivos —efectos psicológicos que alteran el procesamiento de la información — afectan la toma de decisiones financieras.
Por ejemplo, aspectos como una excesiva confianza pueden hacer que un empresario sobreestime sus habilidades o el potencial de sus ingresos, llevándole a elaborar una planificación poco realista. Como resultado, es común que se subestimen los costos y se gestione mal el capital, lo que puede poner en riesgo la viabilidad de la empresa.
Otro ejemplo, contrario al anterior pero similar en consecuencias, es la excesiva aversión al riesgo que puede llevar a los empresarios a evitar inversiones necesarias para el crecimiento de su empresa. Este sesgo ocurre cuando los dueños de estas pymes temen perder más de lo que podrían ganar, lo que los lleva a optar por soluciones más seguras, incluso si esto significa perder oportunidades valiosas.
Para mitigar los efectos perjudiciales de los sesgos cognitivos, una de las estrategias más efectivas es buscar asesoramiento financiero profesional. Los asesores financieros no solo ofrecen una perspectiva objetiva y basada en datos, sino que también brindan formación especializada para ayudar a los empresarios a reconocer y gestionar sus propios sesgos. Este entrenamiento puede incluir formación sobre cómo evitar errores comunes en la toma de decisiones, sesiones sobre técnicas de planificación financiera rigurosas y capacitación en el uso de herramientas analíticas avanzadas.
En definitiva, este tipo de profesionales financieros pueden proporcionar análisis detallados, evaluar riesgos y oportunidades de manera imparcial y ofrecer recomendaciones prácticas para mejorar la gestión del capital. Además, ayudan a establecer procesos de planificación estructurados que garantizan que las decisiones se basen en criterios sólidos y no en intuiciones o temores infundados. Al colaborar con un asesor y aprovechar la formación que ofrecen, los dueños de las pymes pueden desarrollar una mayor conciencia de los factores que afectan sus decisiones y aprender a enfrentarlos de manera más efectiva, mejorando la estabilidad financiera de la empresa, así como su capacidad para crecer y adaptarse al entorno empresarial cambiante.