Cepyme Zaragoza Opinión

Las pymes y la trampa de la jornada de 37.5 horas: ¿A quién beneficia realmente?

Cepyme

María Jesús Lorente Ocáriz

Presidenta de Cepyme

Menos horas, mismos costes: una ecuación imposible para las pymes

En la actualidad, uno de los temas más controvertidos en el ámbito laboral es la reducción de la jornada laboral. La jornada de 37 horas y media, propuesta en algunos países y adoptada en otros, puede parecer una iniciativa progresista destinada a mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Sin embargo, si nos ponemos en los zapatos de las pequeñas y medianas empresas la perspectiva cambia. Para las pymes, esta medida puede convertirse en una carga más que en un beneficio, y es crucial que no perdamos de vista sus repercusiones reales.

La primera y más evidente desventaja es la carga financiera. Las pymes suelen operar con márgenes de beneficio ajustados, donde cada céntimo cuenta. Imponer una reducción de la jornada laboral implica que tendrán que contratar a más personal o aumentar las horas extra para cubrir el mismo volumen de trabajo. El problema es que estas empresas no tienen el músculo financiero de las grandes corporaciones para asumir esos costes adicionales. ¿Cómo se espera que una pequeña tienda o un negocio familiar cubra la misma cantidad de trabajo con menos horas de servicio sin que esto afecte directamente a su rentabilidad?

Para muchas pymes, implementar la jornada de 37,5 horas puede traducirse en despidos, recortes en los salarios o incluso la externalización de servicios. En lugar de fortalecer el tejido empresarial local, la medida puede tener el efecto contrario: aumentar la precariedad laboral y hacer más vulnerables a las pequeñas empresas que ya luchan por sobrevivir.

Otro de los argumentos a favor de la reducción de la jornada laboral es la supuesta mejora en la productividad. Se supone que, trabajando menos horas, los empleados estarán más concentrados y motivados. Pero en las pymes, donde el número de trabajadores es reducido y cada uno desempeña múltiples funciones, este concepto de «más productividad con menos horas» no es tan aplicable. En muchos casos, las tareas requieren tiempo, y no siempre es posible optimizar el rendimiento de manera inmediata. Para las pymes, una jornada más corta puede significar simplemente menos trabajo realizado, y esto se traduce en menos ingresos.

Y no debemos olvidar a la competencia. En un mercado globalizado donde las grandes empresas y multinacionales pueden automatizar procesos o deslocalizar mano de obra a países con menos restricciones, las pymes se encuentran en una situación de desventaja. La reducción de la jornada laboral sin una estrategia de apoyo real a las pequeñas y medianas empresas puede aumentar la brecha competitiva.

Finalmente, debemos analizar el impacto en el tejido social y empresarial local. Las pymes son el motor de empleo en muchas comunidades, 7 de cada 10 empleos los genera una pyme, especialmente en zonas rurales o alejadas de los grandes centros industriales. Si la jornada de 37,5 horas pone en jaque su viabilidad económica, estaremos asistiendo al cierre masivo de pequeños negocios, algo que tiene un impacto directo en la cohesión social.

Mientras que las grandes corporaciones pueden permitirse aplaudir este tipo de propuestas, las pymes seguirán preguntándose si alguien está considerando realmente sus necesidades. Las políticas laborales deben ser inclusivas y considerar las diferencias estructurales entre empresas grandes y pequeñas. En este caso, No, no vale el café para todos.

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