Susana Pastor Embi
Directora de Marketing y responsable
de ATREVS “INTÉRPRETES DIGITALES”
susana.pastor@atreuslegaldigital.es
En la era digital, los móviles se han convertido en una extensión de nuestra vida diaria. Sin embargo, cuando están en manos de los más pequeños, este acceso temprano puede generar riesgos que a menudo no percibimos del todo. Es importante detenernos un momento a reflexionar sobre lo que esto implica, especialmente en aspectos como la privacidad, la ciberseguridad y la salud emocional de los niños.
Piensa en lo fascinante que es para ellos tener un móvil: juegos, vídeos, la posibilidad de hablar con amigos o familiares. Es como abrir una ventana al mundo lleno de posibilidades, pero también de peligros. Sin darnos cuenta, pueden exponerse a contenido inapropiado, ciberacoso e incluso a personas con malas intenciones que buscan manipularlos o aprovecharse de su inocencia. Según la Agencia Española de Protección de Datos, muchos niños de entre 8 y 13 años ya tienen su propio móvil. Y la realidad es que, en la mayoría de los casos, no hay un control adecuado de cómo lo usan.
>Uno de los problemas más graves tiene que ver con la privacidad. Los niños, muchas veces, no comprenden las consecuencias de compartir información personal en internet. Al descargarse un juego o registrarse en una red social, dejan una huella digital. Esa información puede usarse con fines comerciales o incluso caer en manos de personas con intenciones cuestionables. La AEPD insiste en que cada dato compartido puede ser permanente y nos recuerda la importancia de enseñarles a ser responsables con la tecnología.
Por otro lado, está el impacto en su desarrollo emocional y social. La adicción al móvil en menores no sólo afecta su salud mental, también ese uso abusivo está asociado a síntomas de abstinencia como inquietud, ira o irritabilidad, dificultad para concentrarse y problemas para dormir. Estos síntomas pueden interferir en el desarrollo académico y social de los menores, limitando su capacidad de establecer relaciones interpersonales saludables y participar en actividades offline. Como dato significativo, un estudio reciente del Instituto de Salud Carlos III, señala que el uso intensivo de dispositivos digitales en menores de 12 años está vinculado a un aumento de trastornos emocionales.
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar estos riesgos? La clave está en la educación y el acompañamiento. Los adultos jugamos un papel fundamental aquí. Es importante establecer límites claros, definir horarios para que no pasen tanto tiempo con el móvil. También es útil utilizar herramientas de control parental, no como una invasión de su privacidad, sino como una forma de protegerlos mientras aprenden a moverse por el mundo digital. Además, necesitamos fomentar actividades offline, como deportes, arte o simplemente pasar tiempo al aire libre, para que encuentren un equilibrio entre lo digital y lo real. Y, por supuesto, no podemos olvidar enseñarles sobre los riesgos de compartir datos y cómo reconocer comportamientos sospechosos en línea.
Este es solo el comienzo de una conversación que debemos tener como sociedad. Pronto os hablaré también de cómo el acceso temprano a los móviles puede exponer a los niños a contenidos tan preocupantes como la pornografía. Es un tema complicado, pero necesario, porque cuanto antes hablemos de esto, más preparados estaremos para enfrentarlo y protegerlos.