Clara Fuertes: “Me gusta meterme en la piel de mis personajes, conocerlas, quererlas, mirar desde sus ojos, sentir como ellas”


Clara Fuertes
Escritora
La literatura llega a la vida de cada escritor de formas inesperadas. En el caso de nuestra entrevistada, fue la lectura la que marcó su camino hasta que, casi sin darse cuenta, comenzó a escribir. Su obra rescata historias olvidadas de mujeres valientes, con una narrativa íntima y comprometida. En esta conversación, nos habla de su proceso creativo, de la importancia de la memoria y del papel de la literatura en nuestra sociedad.
¿Cómo llegas a la literatura y, concretamente, a la escritura?
Llegué como lectora. Siempre me gustó leer, desde muy niña. En nuestra casa había muchísimos libros, pero para mí nunca fueron suficientes. Yo buscaba otras historias. Cada viernes exploraba la biblioteca de mi colegio y me llevaba a casa todas las lecturas que me dejaban. Nunca pensé que ME convertiría en escritora. Sucedió sin querer, sin pretensiones y ya siendo mayor, tenía treinta y seis años. Mi pequeño mundo se había venido abajo y pensé, ¿por qué no? Recordar a mis yayas fue la manera que encontré para poner en orden mi caos y sobrevivir.
Has pasado de la autopublicación a la publicación con una gran editorial y nuevamente a la autopublicación. ¿Cómo ha sido este recorrido y qué aprendizajes has obtenido en cada etapa?
Ha sido un recorrido interesante, experimental añadiría. Creo que desde que comencé a publicar en el 2014 he probado de todo. En ocasiones he sentido un largo abrazo y otras un gran silencio. Me han hecho tan invisible como las mujeres que narro, pero cada momento me ha enseñado. Sé que he nadado a contracorriente, que he volado demasiado libre, también he esperado, me he desesperado, he tenido fe, he apostado, pero hay algo que no ha cambiado en todos estos años de escritura, la vocación. Llegó tarde, pero llegó segura. Disfruto mucho de lo que hago.

Tus novelas suelen centrarse en personajes femeninos fuertes y valientes. ¿Qué te atrae de estas figuras y cómo eliges las historias que deseas contar?
Me atrae su olvido, la invisibilidad de las mujeres y su fuerza pese a todo. Me gusta explorar nuestro pasado más reciente, entender cómo vivían, sentían, se sobreponían, amaban, cómo lo intentaban una y otra vez y cómo se daban de bruces en un mundo que siempre las ha dejado relegadas a un segundo plano. No busco las historias, ellas me encuentran a mí y lo sé porque, de pronto, siento una emoción enorme.
¿Podrías compartir con nosotros cómo es tu proceso de escritura? ¿Sigues alguna rutina específica o te dejas llevar por la inspiración del momento?
Trabajo toda la mañana y a veces también un ratito por las tardes o noches. Soy disciplinada.
Antes de comenzar a escribir una historia tengo que tener claro el proceso: el momento de la historia, la documentación organizada, los personajes definidos, el paisaje, la época, la familia. Me gusta meterme en la piel de mis personajes, conocerlas, quererlas, mirar desde sus ojos, sentir como ellas, y por eso siempre recorro los escenarios antes, visito sus casas, las ciudades, imagino sus vidas.


¿Qué te llevó a escribir «Golondrinas en agosto» y cómo surgió la idea de entrelazar historias de duelo personal con la de las alpargateras que emigraban a Francia?
Me enamoró la historia que me contaron de ellas y comencé a investigarlas. Aquellas mujeres tenían todo lo que yo buscaba: una historia real detrás, contemporánea, emoción, valentía, anonimato, emigración, familia, sororidad. En un principio no pensaba hablar del duelo ni de las memorias del niño de posguerra que escribió mi padre, pero cuando mi padre se enfermó de manera inesperada y falleció en apenas dos semanas mi mundo se trastocó. Un día, paseando por el bosque me acordé de un precioso poema de Paola Klung que habla de trenzar la tristeza y me dije, eso es. Fue así como comencé a tejer estas tres historias al mismo tiempo. Quería retenerle conmigo, tener tiempo para despedirme y qué mejor manera que contarle mis golondrinas.
¿Cómo fue el proceso de documentación sobre las golondrinas alpargateras y qué descubrimientos te impactaron más?
Acababan de inaugurar en el pueblo de Salvatierra de Esca, La Placeta de las golondrinas. Contacté con la periodista que había escrito el artículo y ella me derivó a una maestra del pueblo que había estado recopilando información junto a sus alumnos. Fue un proyecto escolar lo que me hizo tirar del hilo. A partir de ahí, todo lo que fui leyendo y descubriendo fue increíble. Hay mucha gente implicada en la recuperación y memoria de estas mujeres, aragoneses, navarros, franceses. Gente valiosa y altruista.
Puede que lo que más me impactara de su historia fuera esa idea de dejarlo todo, su seguridad, el arraigo, la familia, para ayudar en casa, para hacerse un simple ajuar; ellas emprendían a pie un viaje incierto y peligroso cruzando los Pirineos para hacer algo que nunca habían hecho, coser alpargatas. Y en esa larga migración, en esa vida de carencias y esfuerzo, también encontraban libertad, amistad, amor. Aquellas mujeres se cuidaban, se protegían, se sostenían. Siento una profunda admiración hacia ellas.
¿Qué significado tiene para ti el Día del Libro y cómo crees que contribuye a fomentar la lectura y la literatura en la sociedad?
Que un día festivo, y no un día cualquiera, el día de Aragón, se celebre en torno al libro es algo maravilloso. Un regalo en todos los sentidos porque sitúa al libro casi en el cielo. En mi opinión es el día más importante del año a nivel lector. Una fiesta para el escritor, los libreros y las editoriales. Es como abrir una puerta gigante a nuestra intimidad. Tenemos un día entero para compartirnos, conocernos, celebrarnos. Son horas de gran complicidad.
Se dice que todo escritor es un gran lector. ¿Es tu caso? ¿Qué te gusta leer?
Se dice y es cierto. En mi caso me gusta la narrativa intimista, real, la que te habla de la vida, aquella que te hace pensar, te atrapa, te enseña, te cuestiona.
¿Nos recomendarías alguna lectura de autores aragoneses para leer este 23 de abril?
Tenemos autores extraordinarios. Recomiendo las dos últimas novelas que he leído: “Sinthome”, de Pablo Sierra (Ed Rasmia) y “Cara de madre”, de Patricia de Blas (Ed Lunwerg).
¿Estás trabajando en alguna nueva obra o proyecto literario que puedas adelantarnos?
Sí, siempre, pero refiero no adelantar nada. Lo que sí puedo decirte es que he vuelto a las biografías noveladas, a recuperar algunas figuras que la historia y los libros olvidaron.
Redacción AEA / LLM