Profesor Titular de la Facultad de Veterinaria, Universidad de Zaragoza
http://winepi.net/covid19.htm
En las últimas semanas han sido frecuentes las noticias sobre la efectividad de las distintas vacunas frente al SARS-CoV-2. Asistimos a una apasionante carrera científica donde distintas tecnologías compiten por poner en el mercado un solución segura y efectiva.
Detrás de los investigadores que han desarrollado estas propuestas desde el mundo académico o desde pequeñas empresas de I+D se encuentran las más importantes empresas farmacéuticas del mundo, así como los gobiernos más poderosos.
No se trata sólo de ofrecer una solución a un problema sanitario globalizado, sino de demostrar la superioridad en el ámbito científico y tecnológico a nivel mundial.
Por un lado, tenemos a la Universidad de Oxford con el apoyo de AstraZeneca como representante británico con una vacuna de tecnología avanzada y de eficacia demostrada frente a otras enfermedades. Un enfoque similar al realizado por la belga Janssen apoyada por el grupo estadounidense Johnson & Johnson. Son vacunas recombinantes fáciles de almacenar a temperaturas de refrigeración normales y un coste de producción y distribución bajo. También los rusos se han decantado por este tipo de vacunas recombinantes con su Sputnik V.
En el otro lado del charco los Estados Unidos han apostado por una tecnología sumamente novedosa basada en la inoculación de ARN mensajero y son las que se encuentran en una fase de ensayos más avanzada con resultados preliminares sorprendentemente buenos. Se trata de la joven empresa biotecnólógica Moderna fundada hace 10 años y la empresa alemana BioNTech creada en 2008.
En ambos casos sorprende saber que no ofertan sin ningún producto en su catálogo. En el caso de BioNTech ha encontrado un potente socio comercial en el gigante farmacéutico Pfizer. Son vacunas que deben distribuirse a muy baja temperatura para evitar la acción de unas enzimas denominadas ARNasas que destruyen ese ARN mensajero.
En el caso de Moderna se precisan congeladores para almacenarlas y transportarlas a -20°C, mientras que con la vacuna de BioNTech-Pfizer la logística se complica enormemente al requerir temperaturas de -75°C lo que obliga a la compra e instalación de ultracongeladores.
Los chinos han optado por distintos enfoques y desde el gobierno han impulsado la producción de vacunas inactivadas por las empresas Sinovac Biotech y Sinopharm. Una tecnología clásica que permite la producción de vacunas a bajo coste, aunque de menor efectividad.
Sin embargo, como demostración del creciente potencial de China en el campo de la investigación y la tecnología, también están produciendo vacunas recombinantes como la de la empresa CanSino Biologics.
Todos los países están inmersos en esta carrera, y España no se queda atrás con tres propuestas muy novedosas desarrolladas desde el sector público a través del CSIC.
En primer lugar, destacaría la vacuna atenuada (de replicones no infectivos) de administración intranasal desarrollada por el grupo de Luis Enjuanes e Isabel Sola.
La vacuna del equipo de Mariano Esteban es una vacuna recombinante que utiliza el poxvirus Vaccinia (que fue usado con éxito para producir la vacuna frente a la viruela), que la diferencia del resto de vacunas recombinantes antes citadas que utilizan adenovirus humanos o animales.
Y, por último, pero no menos importante, la vacuna del laboratorio liderado por Vicente Larraga que utiliza ADN sintético y que aprovecha la experiencia adquirida en el desarrollo de una vacuna frente a Leishmania. La falta de un apoyo financiero potente ha conllevado que la evolución de estos proyectos sea más lenta que la de sus competidores, pero ya lo dice el refrán “Despacito, y buena letra”.
Artículo incluido en la edición en papel de la revista Actualidad de las Empresas Aragonesas en diciembre de 2020