Profesor Titular de la Facultad de Veterinaria, Universidad de Zaragoza
http://winepi.net/covid19.htm
En la anterior colaboración comenté que existían tres sistemas principales de nomenclatura para las variantes y subvariantes de SARS-CoV-2: OMS, PANGO y Nextstrain. A finales de 2021 aparece en el escenario una nueva VOC denominada BA.1 (21K) y la OMS le asigna la letra Ómicron. El problema es que esta variante pronto empezó a sufrir cambios importantes y a subdividirse en diferentes linajes, de manera que antes de terminar 2021 se identifica una nueva variante que recibe se denomina BA.2 (21L) que era lo suficientemente diferente de la anterior como para haberse denominado como Pi.
Sin embargo, la OMS no tomó esa decisión, quizás para dar la impresión al público que SARS-CoV-2 se estaba estabilizando (nada más lejos de la realidad). Además, hay que recordar que Ómicron llegó con grandes expectativas de ser una variante benigna que auguraba el fin de la pandemia (les invito a leer artículos de final de 2021 y principios de 2022).
El problema sigue agravándose ya que Ómicron origina nuevos linajes destacando BA.4 (22A) y BA.5 (22B) que a su vez son los precursores de numerosos sublinajes. En esta situación la nomenclatura más precisa para denominar a esta constelación de variantes y subvariantes es PANGO. Los científicos pueden compartir información usando denominaciones estándar, pero son difíciles de asimilar por parte del gran público, así que deciden empezar a asignar nombres de criaturas mitológicas griegas a las variantes más frecuentes y relevantes (algunas de ellas con nombres bastante terroríficos).
Quizás recuerden la aparición de Centaurus (Centauro) antes del verano que fue el nombre informal que recibió la subvariante BA.2.75 (22D). Otras subvariantes del linaje BA.2 fueron BA.2.75.2 (una evolución de Centaurus) denominada Chirón (Quirón, el centauro sabio, maestro de Aquiles y símbolo habitual en los emblemas veterinarios dada su habilidad como médico), así como BN.1 o Hydra (el monstruo de mil cabezas), BA.2.3.20 o Basilisk (una serpiente venenosa gigante) y la reciente y emergente CH.1.1 (= BA.2.75.3.4.1.1.1.1) denominada Orthrus (Ortro, un perro de dos cabezas, hijo de Echidna y Typhon). Como resultado de la recombinación de variantes BA.2 surge un nuevo sublinaje cuyos representantes más conocidos son XBB o Gryphon (Grifo, con mitad anterior de águila y mitad posterior de león), XBB.1 o Hippogryph (Hipogrifo es mitad caballo y mitad águila) y la “temida” variante procedente de EEUU denominada XBB.1.5 o Kraken (un calamar gigante, que curiosamente no pertenece a la mitología griega, sino a la escandinava).
Dentro del linaje BA.5 nos encontramos otras variantes monstruosas como BA.5.1 o Sphinx (Esfinge), BA.5.2 o Triton (dios griego del mar con cuerpo humano y cola de pez), BF.7 o Minotauro (monstruo con cuerpo humano y cabeza de toro encerrado en el laberinto de Creta), BQ.1 o Thyphon (gigante alado monstruoso, padre de Cerberus, Hydra, Sphinx y Orthrus entre otros muchos) y su descendiente BQ.1.1, “el perro del infierno”, traducción libre del nombre de Cerberus (Cerbero o Cancerbero, perro de tres cabezas que Hades tenía para guardar las puertas del infierno, hermano de Orthrus y una de las subvariantes más preocupantes en otoño de 2022). Dentro de este linaje también se encuentra BW.1 o Xibalbá que fue bautizada por investigadores mexicanos en honor del inframundo donde viven los dioses mayas de la muerte.
Para terminar, comentaré que estas nomenclaturas alternativas son habituales, y como ejemplo curioso les pongo el de las variantes Bisbal y Rosalía del virus del síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) recientemente detectadas en España y caracterizadas por su alta patogenicidad. Pero no se asusten que este virus no es zoonótico.