Antonio Morlanes Remiro
PRESIDENTE DE ARAGONEX
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Aunque ya he escrito en otras ocasiones sobre la deuda, creo necesario hacer un apunte, de forma breve, sobre ella con el fin de que le demos el verdadero valor que en realidad tiene. Hay diversas formas de entender el sentido de la deuda y siempre va a estar implicada con el objetivo que se desee alcanzar, pues como casi todo en la vida, ni es buena ni mala, dependerá de hacia dónde quieres que te conduzca.
Sirva como ejemplo lo siguiente: a una persona le detectan una enfermedad grave y tiene que irse a otro país para tener posibilidades de curación, al no tener ahorros previstos debe endeudarse por encima de sus posibilidades, y nos preguntamos: ¿lo hace?, ¿qué tiene prioridad, la economía o la vida? Siento haber sido muy trágico en el ejemplo, pero es necesario entender que la deuda siempre tiene una función, estemos o no de acuerdo, pues no para todos es igual.
Podemos volver a un modelo de austeridad, que en base a la eliminación de gastos la vayamos disminuyendo con lo que eso significa: aumento de la desigualdad y pérdida de bienestar social. Para justificar esto siempre nos basamos en lo mismo: no queremos dejar endeudados a nuestros hijos, sin embargo, sí que los queremos dejar con un país inservible, paralizado… porque lo importante de la deuda es el destino que se le da.
Por ello es fundamental, primero que la invirtamos en mejoras productivas, ya que en base a ella ganaremos riqueza para el país y, por tanto, para sus ciudadanos, además de obtener mayor bienestar social; segundo sería muy deseable que por parte del Estado se hiciese un esfuerzo importante en reconducir las nuevas deudas hacia el ahorro interno y que en alguna medida las entidades financieras asumieran un porcentaje de esta como perpetua, así el peso de la deuda tendría un equilibrio de mayor garantía y comodidad para España. En definitiva, no importa la cantidad, sino la calidad y el destino de la deuda.
Pero en esta ocasión lo importante es que en este 2021, al fin, vamos a tener unos Presupuestos Generales del Estado que, con independencia de las críticas que puedan tener, ya que con seguridad nunca serán al gusto de todos los ciudadanos, significan dar un sentido de normalidad muy importante para nuestra economía y, ante todo, un aprovechamiento real de nuestros impuestos. Tener unos presupuestos es conseguir, por parte de los ciudadanos, un camino concreto por el que discurrir con sus instituciones.
Hagamos un somero análisis de los aprobados para este 2021. Primero de todo es necesario comprender que los fondos de recuperación que da la Unión Europea a los países miembro, como causa de la pandemia que estamos sufriendo y que ha repercutido en la economía generando una importante crisis, tienen efecto en los presupuestos y esto nos ha permitido poder incrementar los gastos en partidas dedicadas a conseguir una normalidad económica.
Los ingresos que para este 2021 prevé el Estado recaudar, a través de impuestos, tienen un importe de 157.114 millones de euros, de los que 70.211 millones de euros son directos (personas físicas y sociedades) y 51.479 millones de euros, indirectos, siendo 35.424 millones de euros los correspondientes a tasas, transferencias y otros.
La Seguridad Social prevé unos ingresos de 176.185 millones de euros, distribuidos de la siguiente forma: operaciones no financieras: 161.318 millones y 14.867 millones en operaciones financieras. Contra este capítulo de ingresos se contemplan unos gastos de 163.296 millones de euros en pensiones y 25.011 millones de euros en desempleo, todo ello como principales partidas.
En el capítulo de gastos, como epígrafes más importantes, tenemos 70.288 millones de euros en transferencias a otras Administraciones Públicas, un incremento de un 42% con respecto al 2019, casi igual que el de 2010. En servicios de carácter general, con un incremento del 62% con relación al 2019, para 2021 serán 39.933 millones de euros. El peso de los intereses de la deuda pública es un epígrafe importante en las partidas de gasto de los presupuestos, 31.675 millones de euros se van a llevar este año 2021.
Pero hay partidas que definen el carácter de estos Presupuestos Generales; en fomento del empleo se destinarán 7.405 millones de euros, lo que significa un incremento del 29,5% con relación al año 2019 y una buena parte será dedicada a la formación profesional; en industria y energía 11.166 millones de euros es el importe que le corresponde, asumiendo las energías renovables un gran protagonismo, esto significa un 103,9% más que el empleado en 2019; en I+D+i y digitalización se destinarán 12.343 millones de euros, lo que significa un 80% de incremento y en comercio turismo y PYME el montante es de 2.230 millones de euros, un 150% más que en 2019.
Esta breve visión de gastos es la que marca el rumbo de estos Presupuestos Generales del Estado para 2021. Con toda seguridad habrá partidas importantes que no habré recogido, pero se trata de conferir la importancia, que para los ciudadanos tiene, que haya unos presupuestos que marquen el camino con el que vamos a recorrer este año, la ausencia de los mismos es dar por perdido un ejercicio, en definitiva es como si lo hubiésemos apartado de nuestra existencia, o visto de otra manera, negar que vivir en sociedad nos aporta algún avance en nuestras vidas.
Así pues, en gastos presupuestarios, incluidos seguridad social y fondos de recuperación que destina la Unión Europea a España, este año 2021 el Estado pondrá en funcionamiento la nada desdeñable cifra de 550.463 millones de euros, es decir un incremento en gastos del 19,4% con relación al ejercicio del 2020.
Como apunte final, las pensiones y los funcionarios verán incrementados sus ingresos en un 0,9%, teniendo en cuenta que la inflación acumulada en 2020 será del -0,7%, cuando los alimentos y las bebidas no alcohólicas significarán una subida del 1,6%.
Con todas las críticas que consideremos oportunas y reticencias sobre el cumplimiento de estos presupuestos, creo con total firmeza que lo importante es entrar en una línea de normalidad en nuestras vidas. Han sido tiempos terribles, muchas elecciones inservibles, una pandemia muy dolorosa que se está llevando miles de vidas, una tensión política y social por encima de lo razonable, en definitiva, un tiempo en el que la historia no nos dejará bien parados a todos nosotros. Aprendamos de este cúmulo de errores y saquemos las consecuencias positivas de que vivir juntos es mejor que hacerlo unos contra otros.