Sara Barquinero (escritora): «Creo que hay ciertos temas en los que no deberíamos escarbar demasiado en nuestra vida cotidiana»
Laura Latorre Molins
Periodista y escritora
Sara Barquinero
Escritora
La autora zaragozana Sara Barquinero es una de las voces más relevantes de la literatura en España. Este año ha publicado ‘Los escorpiones’ (Lumen), una novela con la que está cosechando numerosos elogios.
¿Cómo está viviendo la publicación del libro y la recepción?
Intento no darle demasiadas vueltas porque sino me lo tendría demasiado creído o si me dijeran algo malo me hundiría en la miseria. No le doy demasiadas vueltas porque no creo que fuera a salir nada bueno de ahí.
Ha escrito esta novela a lo largo de siete años. Imagino que en ese tiempo han ido cambiado las preocupaciones o los estilos. ¿Cómo es el momento de recopilar estos textos para que tengan una misma voz?
Es que me interesaba en algún punto que no la tuviera. La novela tiene cuatro partes separadas entre sí y que en la primera y la tercera la voz fuera diferente me venía súper bien porque parecía una decisión mía, y en parte lo era, pero también era dos años mayor y había cambiado mi manera de escribir.
¿Escribir ‘Los escorpiones’ sido un refugio?
Totalmente, sí. De hecho, lo echo de menos. Echo de menos tener este libro por acabar porque me pasaba cualquier disgusto y pensaba “bueno, esto ya lo escribiré”. Todo estaba ligado al libro y ahora por mucho que quisiera cambiar algo no podría. Fue un refugio.
Algo que atraviesa al libro es la necesidad de creer en algo. ¿Por qué el ser humano tiene esta necesidad?
Kant tenía un razonamiento interesante: decía que para pensar tanto en nuestras acciones morales como en cómo está el mundo construido, aunque nos considerásemos ateos, necesitamos creer en algo que unificara la experiencia. Por ejemplo, que el sol seguirá saliendo mañana. En realidad, el dato de que el mundo es regular no está en ninguna parte, tienes que creer en ello. En esto estoy de acuerdo con Kant, incluso aunque queramos ser ateos hay un pensamiento de fondo que necesitas para no llegar al nihilismo más absurdo.
Las teorías de la conspiración están muy presentes en la trama. ¿Qué ha aprendido sobre ellas y qué le ha llamado la atención?
Yo conocía muchas porque me encantan. Lo que diferencia una teoría de la conspiración de una teoría sobre el mundo es cómo crees en ella: si crees en ella porque tienes ciertos datos, que pueden ser erróneos o no, que te llevan a un lado o si se trata más bien de creer algo porque alguien te lo dice.
Una cosa que me ha llamado la atención es que, hasta hace un tiempo, las teorías de la conspiración generalmente eran de izquierdas, hasta cierto punto, y ahora están más ligadas a la derecha, desde 2008 o 2010. No estoy muy segura de por qué ha pasado, pero es interesante.
Antes era la izquierda la que paría en casa, no se ponía vacunas… Y de repente ahora generalmente son las personas de izquierdas las que defienden que la gente se ponga las vacunas… es muy curioso. Tampoco creo que sea definitivo, a lo mejor en unos años vuelve a cambiar.
Creo que ya no esperamos que las artes nos enseñen la verdad de las cosas. Pero creo que, frente a un mundo que crea ficciones continuamente sobre qué es una noticia o cómo se conforma la realidad, la literatura más que hablar de los hechos nos permite mostrar una verdad emocional
El suicidio es otro de los temas que articula la novela. ¿Cómo ha sido la documentación?
En la novela sale un foro donde la gente intercambia métodos de suicidio, llegué ahí un poco por azar. No pensaba que existiera cuando empecé a buscarlo, pero llegué a él enseguida. Es un foro que además ha tenido muchos cambios. Es un espacio que me resultaría difícil condenarlo; algunos países como Alemania lo han baneado. De hecho, ahora el foro tiene una sección blanca de “recuperación”. Pero a mí me costaría mucho condenarlo porque creo que hay gente que se encontraba ahí en su dolor.
Es increíble porque mucha gente, a mí esto me parece súper extraño, quiere quedar para suicidarse. Si ya has conocido a alguien, que ya puede ser tu amigo, igual podrías darle una oportunidad.
¿Cree que podría llegar a ser una novela generacional?
Por una parte, creo que todo lo que es de internet sí que es muy de mi generación: en la novela se narra una experiencia con internet que una persona cinco años mayor o cinco años menor no ha vivido. En ese sentido yo creo que sí. Pero, por otra parte, creo que el suicidio y la depresión son problemas filosóficos, existenciales fundamentales y, por desgracia, no creo que las teorías de la conspiración se vayan a pasar de moda pronto. Entonces creo que tiene formas y estructuras mucho de mi grupo de edad, pero tiene muchas cosas universales.
En alguna entrevista ha comentado que la angustia existencial es el tema principal de la literatura. ¿Escribe usted desde la angustia?
Creo que hay ciertos temas en los que no deberíamos escarbar demasiado en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo: tener segundos pensamientos sobre las intenciones verdaderas de las personas; dudar de si vivimos una vida que merezca la pena ser vivida; qué pasará cuando muramos… En mi día a día soy una persona extremadamente reprimida y cuando aparece un pensamiento así lo corto de manera radical. Sin embargo, hay una sombra y para mí el mejor lugar para explorar esa sombra es la literatura, sea como lectora o como escritora. Pero no se trata tanto de hacer morbo por hacer morbo sino de, quizá al menos a mí, limpiar mi conciencia de todas esas cosas oscuras que veo.
Tampoco tiene que ser un ejercicio productivo sino más bien el permitirme explorar temas que prefiero no explorar en mi vida cotidiana. Creo que como lector también es interesante. Si tenemos una conversación ahora mismo sobre qué pasará cuando muramos, será interesante pero seguramente te fastidia el día, la semana o el año. Pero a mí me gusta leer sobre eso.
También le he leído decir que vemos los efectos del capitalismo pero es difícil plantear una alternativa más potente.
Este es un tema extremadamente complicado. Creo que ver el capitalismo como unos señores malos que se reúnen a tomar café y a decidir nuestro destino es casi otra forma de conspiración, pensar en el capitalismo como “los malos”. Probablemente tienes que enfocarte en cosas más concretas contra las que puedes luchar y que no te sientas desempoderada. Puedes luchar contra una política pública de tu país o región y no significa que tengas que luchar solo en casa. Es también tener una posición sobre el tema Israel y Palestina, etc.
También habría que preguntarse, esto es algo que me perturba mucho, si la razón por la que no podemos pensar una alternativa al capitalismo es porque es un sistema muy eficiente para canalizar tanto lo mejor como lo peor del ser humano. Porque, por una parte, estamos confeccionados por el deseo capitalista pero, por otra, en las pulsiones humanas también hay algo ahí a lo que no es tan fácil renunciar.
A mí me está interesando filosóficamente ahora, aunque necesito darle una vuelta más, la relación que plantea la literatura con la verdad. Creo que ya no esperamos que las artes nos enseñen la verdad de las cosas. Pero creo que, frente a un mundo que crea ficciones continuamente sobre qué es una noticia o cómo se conforma la realidad, la literatura más que hablar de los hechos nos permite mostrar una verdad emocional. Esta verdad emocional tiene algo muy específico de lo literario.
¿Nos puede adelantar algo de sus próximos proyectos?
Me apetece escribir sobre la identidad, quizá dedique una novela a los problemas de identidad. También me apetece escribir sobre la diferencia de edad en relaciones de profesor-alumna.