Cepyme Zaragoza Opinión

 Adiós, empresa, adiós

Resolución de conflictos

Vanesa Ibáñez
Mediadora y Socia fundadora de Conflictless

Cuando una persona nos hace saber que se ha cambiado de trabajo, automáticamente pensamos que ha sido por una mejora salarial, y aunque este sigue siendo uno de los motivos principales, cada vez tiene menos peso y las causas principales son otras: mal ambiente laboral, conflicto con el jefe o algún compañero, y estrés. Aquí se debe hacer un inciso y señalar que no es lo mismo preguntar por las causas que llevaron a cambiar de trabajo, a preguntar por aquellas razones por las que se irían a otra empresa, ya que, en este último caso, el salario sí que tiene una mayor relevancia.

Pero volviendo a las razones que realmente hacen que una persona busque otro puesto de trabajo, al final todo se resume en una mala gestión de los conflictos y una falta de cuidado de la salud emocional.

Las empresas, como si de una campaña de marketing se tratase, presumen de poner a los trabajadores en el centro ¿pero es realmente así? Llama la atención cómo este fenómeno de rotación ocurre también en aquellas empresas consideradas “buenas empresas en las que trabajar”, siendo estas aquellas que tienen buenas condiciones salariales (al menos en comparación con el mercado), y/o las que ofrecen distintas acciones o medidas que benefician al trabajador (bonos de comida, seguro de salud, “flexibilidad horaria”, bonos para el fisio, etc.)

Sin embargo, es en estos casos donde nuevamente se confirma que en algo fallan las empresas si todo esos “beneficios” no sirven para fidelizar al trabajador. Como sociedad, seguimos ignorando el peso y el papel que juega la salud mental en el ámbito laboral. Y es que, ¿cómo de normalizadas tenemos las siguientes frases?

  • “Da igual lo que haya pasado, ante todo profesionalidad”
  • “Esto es algo personal, no dejes que afecte a tu trabajo”
  • “Al trabajo no se viene a hacer amigos”
  • “Se trata de trabajar juntos/as, no de tener que llevarse bien”

Ni las personas somos robots que podamos apagar nuestras emociones o borrar nuestros problemas, ni existe una especie de fuerza que hacen que lo que nos afecta se diluya en el entorno laboral (y más si encima es ahí donde ha surgido).

Igual que entendemos que una persona carga con sus mochilas y sus traumas en la vida cotidiana, tenemos que aceptar que lo mismo ocurre en el trabajo, y que lo personal va a influir a lo profesional.

Una persona no va a dar lo mejor de sí mismo si trabaja con alguien con quien tiene conflictos constantes, y la chispa que salte entre ellos hará que tampoco sus compañeros trabajen a gusto. Un buen ambiente laboral que trate de tener trabajadores felices, es la clave de la productividad. El trabajador contento se siente más vinculado a la empresa y predispuesto a colaborar, además de mostrar una mayor seguridad y creatividad. Se ha demostrado que los trabajadores que están en un equipo donde existe un buen ambiente laboral, acaban gestionando mejor su tiempo y toleran la frustración mejor. De hecho, la procrastinación está relacionada con la depresión y con índices elevados de estrés.

Si de verdad quieres fidelizar a tus trabajadores y reducir la rotación, es necesario que fomentes un entorno emocionalmente saludable, donde los conflictos no se minimicen, sino que se gestionen de manera efectiva y el bienestar de las personas sea una prioridad.

 

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