Marketing Opinión

Un poco de nuestra historia

David Viñuales Alquézar

Profesor de procesos comerciales
alquezardavid@gmail.com

Echando un ojo atrás viendo cómo compraban nuestros padres y cómo compramos hoy, parece haber pasado de la edad de piedra a la moderna. No hace tantos años (yo me acuerdo y casi no tengo canas) y de aquello no quedan sino escasos y exóticos vestigios aislados, pequeños comercios que son la resistencia a un cambio insistente y tozudo. Auténticas aldeas de Asterix. Claro que grandes almacenes, pero había integración y equilibrio entre todos. En Zaragoza tuvimos SEPU, el primer gran almacén moderno (situado en Paseo de la Independencia y que como curiosidad contó con las primeras escaleras mecánicas de España en 1936, que servían al alimón de atracción y distracción), y más tarde aparecieron Galerías Preciados y El Corte Inglés. Hace 40 años ir a comprar al centro a tiendas pequeñas en las que confiábamos era un ritual, incluso un acto social familiar, y los grandes almacenes mejoraban este ecosistema generando una convivencia pacífica incluso complementaria.
Echemos un vistazo a la calle Alfonso, esa travesía que nació de la nada para dar una solución habitacional y de estatus a la burguesía de Zaragoza en 1865: desde sus inicios comerciales con “La Casa Blanca” (primera tienda de ropa con dos plantas, inspirado en una famosa boutique parisina), los grandes almacenes Aguila, y posteriormente Gay. Todo ello rodeado de tiendas tradicionales y efervescencia, sin embargo apenas queda nada y hoy con cada cierre de esas tiendas nos desaparece en los morros un trocito de historia y aparece una nueva franquicia. En breve, fijándonos en los comercios, no sabremos si estamos en Zaragoza, Boston, o Quito, porque las calles más icónicas serán iguales en todas las ciudades. El cambio cultural propiciado por la mundialización ha sido inmisericorde con nuestra identidad comercial, nuestra manera de consumir y de vivir.
El autentico puñetazo en la mesa lo dió “la compra online”. Según Statista, a principios del 2024 más del 25% del volumen de compras en España se hizo on line. Debo reconocer que me pilló en fuera de juego, nunca pensé que un frío click en un smartphone iba a sustituir la experiencia de ir a establecimientos, mirar escaparates, tocar, pasear, contactar con otro humano… pero sí lo ha sustituido, sí, e in crescendo. Se está perdiendo la parte lúdica, social, antropológica incluso, de las compras y supongo que debe ser por lo mismo que cada vez es más difícil la sociabilización fuera del smartphone. Ahora mismo, cualquier adolescente les podrá decir que sin él, está “socialmente muerto”. Los estilos de vida que determinan los hábitos de compra también han cambiado influidos por esa mundialización. Ahora mismo, un joven español tiene mucho más en común con otro joven de Vancouver (Canadá) que con su propio abuelo, y no es sólo por la brecha generacional, sino porque sencillamente el smartphone ha hecho que ambos jóvenes puedan estar conectados entre ellos de manera más natural que con el abuelo, el smartphone por el cual perciben el mundo propicia que coincidan en más en el 50% de marcas que consumen. Sirva este ejemplo de metáfora del porqué las franquicias, idénticas en todo el mundo, han asaltado y con éxito nuestra calle Alfonso.
No todo lo que es ir hacia delante por el inexorable paso del tiempo significa progresar. Progresar implica cierta mejoría, de lo contrario es involucionar. Rodeados de tecnología, más modernos, pero involucionar a fin de cuentas. Saber quienes somos, qué compramos, donde, a quien, cuando y como también es salvaguardarnos a nosotros mismos.

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