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El horror de Dunwich

Tribuna de Cultura

Juan Royo Abenia

@juanroyoyabenia

“El horror de Dunwich” (Gou Tanabe, Planeta). Las Gorgonas, las Hidras y las Quimeras, las historias terribles de Celeno y las Harpías, pueden reproducirse en el cerebro supersticioso, pero existieron antes. Son transcripciones, tipos, los arquetipos están en nosotros y son eternos. ¿De qué otro modo puede afectarnos a todos el relato de aquello que, despiertos, sabemos que es falso? ¿Acaso concebimos de modo natural el terror por tales objetos al considerarlos capaces de infligirnos daño físico? ¡En absoluto! Esos terrores vienen de antiguo. Vienen de tiempos anteriores al cuerpo, o son ajenos a nuestro cuerpo… Que el tipo de miedo del que hablamos aquí sea puramente espiritual, que su vigor sea proporcional a su falta de objeto sobre la Tierra, que predomine en el periodo de nuestra inocente infancia… son dificultades cuya solución puede estar en alguna probable percepción a nuestra condición anterior al nacimiento, y en una mirada a la tierra en sombras de la preexistencia.

En 1931, Fox Movietone filmó la proclamación de la “República” (Claudio Stassi, Planeta) pero la película quedaría olvidada en casa de Francisco Adame, alcalde de Priego de Córdoba e íntimo de Niceto Alcalá-Zamora. En 2008 apareció en una caja de metal adornada con la bandera republicana y un cuaderno de un niño de 10 años. ¿Qué misterios esconderá?

“Clavos rojos” (Regis Hautiere, Olivier Vatine y Didier Cassegrain, Planeta). Conan, el cimerio creado por Robert E. Howard, sobrevive en un mundo en el que la barbarie es la alternativa a la civilización antinatural que se desmorona. La decadencia comienza con líderes bellos, ominosos, narcisistas, maquiavélicos y corruptos que en vez de combatir a los bárbaros (a los terroristas) que aguardan a las puertas de la ciudad ¡se alían con ellos!

“Eerie” (Varios Autores, Planeta) fue la revista definitiva de los amantes del sobresalto. Creadores legendarios de un fulgurante horror que provoca escalofríos. Dark Horse recopila los números 56 a 60 en esta emblemática antología de terror, fantasía y ciencia ficción. A mediados de la década de los años 70, la editorial Warren reclutó a personajes populares pero ambientados en lúgubres y truculentos escenarios. Hunter, el asesino de demonios acecha en las selvas de un futuro postapocalíptico. O el Dr. Archaeus que merodea por las calles de Londres reclamando venganza contra quienes lo condenaron a muerte.

“Maldito Karma de David Safier” (Christopher, Planeta). La presentadora de televisión Kim Lange está en el apogeo de su gloria cuando muere, aplastada por el lavabo de la estación espacial rusa Photon M3 y se reencarna en una hormiga. Pero resulta que en su vida anterior pasaba completamente de su hija y engañaba a su marido. Con sus diminutos ojos de insecto, ve a otra mujer reemplazando su lugar en su familia. Debe mejorar su karma lo más rápido posible para subir en la escala de las reencarnaciones. Pero, de hormiga a bípedo, el camino es largo. Kim tendrá que superar muchos obstáculos…

“Minitwins ¡Bang ha desaparecido!” (Elisenda Roca Palet, Planeta). ¿Dónde demonios se encuentra el malhumorado mapache? ¿secuestrado? ¿herido? ¡Está enamorado! Bang es ahora demasiado dulce y pegajoso. ¡Todo es ahora de color de rosa! Los animales del bosque desearían que vuelva a ser como antes…

“Una revolución llamada Rasputín” (Hernán Migoya, Manolo Carot, Norma ed.). Santo, místico, mujeriego, azote de la aristocracia, defensor de judíos, putas y homosexuales, amigo del pueblo, Grigori Yefímovich “el monje loco” es amado y odiado. Nobles, políticos y extranjeros conspiran en un complot para atentar contra su vida. ¿Será posible que Alisa (más tarde conocida como Ayn Rand), una diminuta niña, impertinente, soberbia y excepcional sea su único aliado?

“Ramón Monzón. Un dibujante andorrano en Francia” (Jesús Lacasa y otros, Centro de Estudios Locales de Andorra y Asociación Aragonesa de Autores de Cómic) es un homenaje de un autor tristemente olvidado. Es un homenaje su vida y sus creaciones, destinadas todas ellas al público infantil y juvenil. Descubrirremos un tiempo pasado en el que las revistas de historietas cumplieron una misión lúdica a la vez que ilustrativa. A Monzón le gustaba crear “monos”, hacerlos sentir, luchar y amar. Quizá sea que le gusta jugar demasiado… y por eso dibujaba.

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