Opinión Tribuna de cultura

Lo último de Ricard, Díez, Javirrollo, Massó, Ireland y Gray

Juan Royo Abenia

@juanroyoyabenia

¿Cómo que no hay ya cómics para niños? Ana, Froga, Quique, Bubú y Cristóbal son la pandilla más desastrosa y divertida del momento. ¿Y qué mejor modo para disfrutarlas que con una antología de 224 páginas que recoge todos los volúmenes anteriores más una historia inédita: Ana y Froga, ¡todas las historias! de Anouk Ricard (blackie books)? 

Ana es la líder, Froga, una flipada rana bromista, Quique, un gato burlón y pasota, Bubú, un perro sabelotodo y aspirante a artista y Cristóbal, una lombriz amable y patosa.

Star Wars: The High Republic (Planeta) son las novelas y cómics infantiles que narran hechos acontecidos 200 años antes de La Amenaza Fantasma.  La colección comienza con Una Prueba de Valor (Justina Ireland) y En la oscuridad (Claudia Gray). En el primero, la iniciación de Vernestra Rwoh como jedi será cuidar de Avon Starros, un inventor de doce años. Pero nuestra protagonista, su droide Avon J-6, un padawan jedi y el hijo de un embajador deberán acudir hasta lo más profundo de una misteriosa jungla, en una luna cercana. En el segundo libro, el padawan Reath Silas se conforma con vivir la aventura embebido en la lectura de los Archivos Jedi, en Coruscant. Pero la maestra de Reath, la respetada y virtuosa Jora Malli, le conmina acudir a la baliza Starlight, el nuevo puesto avanzado de la República en el borde del espacio conocido.

¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cómo nos relacionamos? ¿Cómo nos apareamos? ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Bebemos café? Solo Roberto Massó en Vida rana (apa apa) se ha hecho esas preguntas, pero eso es porque a casi nadie le importan ni esas preguntas ni las personas ni las ranas. 

Psicodelia colorida y kafkiana de andar por casa. Animales tronchantes, egoístas, ingenuos, malvados, egoístas, sarcásticos, tristes… vamos como la vida misma.

¿Qué es la memoria histórica? Las noticias de ETA extorsionando y asesinando a inocentes (niños, jóvenes, adultos y ancianos, militares y civiles, estudiantes y profesores, políticos, funcionarios, periodistas, trabajadores y empresarios) con un disparo por la espalda o con un coche bomba. Con dolor, Rosa Díez (La demolición, La esfera de los Libros) hace «un alegato contra la indiferencia, en una apelación a favor de la resistencia y de la acción en defensa de lo común». También lo saben Toni Fejzula, Fernando Aramburu o Fernando Savater que con letras e imágenes ilustran la maldad de quienes la producen y de quienes la jalean, muchos de ellos desde sus actuales poltronas de poder. 

Que nuestros gobernantes despilfarren, mientan y amenacen a quien no secunda sus intereses es un drama que revela una ambición y un resentimiento inaudito. A ello se le suma su mediocridad, trampas y elusiones dialécticas y legislativas tan constantes que tan solo queda esperar cual será la siguiente. Su impunidad es vergonzosa. Afortunadamente, la sociedad cuenta con valientes como la sodupeña Rosa Díez, militante del PSOE, diputada foral de Vizcaya, parlamentaria vasca, miembro del Gobierno Vasco y miembro del Parlamento Europeo y una de las fundadoras de Unión Progreso y Democracia. Rosa Díez, decidida, lúcida, certera, ágil y brillante, fue también cofundadora de ¡Basta Ya!, la plataforma cívica que obtuvo en 2000 el Premio Sájarov del Parlamento Europeo por su defensa de los derechos humanos.

En Laborachismo (Lumen), ese socarrón torbellino creativo que es Javirroyo ataca de nuevo para obligar a repensar el mundo, el trabajo y los cuidados. Conceptos habituales en los Estados de Información No Financiera y Diversidad (EINF) como dar cuentas sobre el confinamiento y la COVID-19, las medidas de conciliación o las diferencias salariales (que juntan churras con merinas a la hora de hacer las cuentas) se dan cita en Laborachismo. Ahora que muchas personas teletrabajan y comparten espacios del hogar ¿Cómo afrontan, hombres y mujeres, los cuidados de los hijos o el reparto de tareas mundanas? Se conoce que el heteropatriarcado es poderoso en España. 

La insoportable masculinidad hegemónica domina inexorablemente a las pobres mujeres que, indefensas, no pueden otra cosa que agachar, sumisas, la cabeza y obedecer los deseos de los malvados y hasta violentos, en ocasiones, machos dominantes. Y eso que España es uno de los más igualitarios del mundo. Ocupa el puesto número 15 de 167 según el Women, Peace and Security Index (WPS) de la Universidad de Georgetown.

Artículo incluido en la edición en papel de la revista Actualidad de las Empresas Aragonesas de abril de 2021

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