Directora y productora de cine documental · Gestora cultural
www.vickycalavia.com
“La mujer no puede llenar sólo con el amor su existencia. Necesita buscarse y encontrarse a sí misma en la profesión elegida, en el taller, en la fábrica o en la Universidad.”
— ‘La vida sexual de la mujer’, 1932, Amparo Poch
Nací en Zaragoza en 1902, con una clara vocación: ser médico. Cuando pedí permiso a mi padre para estudiar medicina, me dijo: “No es carrera propia de mujer”.
Tras estudiar por imperativo paterno Magisterio, me matriculé en Medicina, donde terminé la carrera con matrícula de honor en todas las asignaturas. En mi promoción nos licenciamos 97 hombres y 2 mujeres.
En Zaragoza establecí mi primera consulta en una habitación de casa, anunciándola así: Consultorio médico para mujeres y niños. Consulta de tres a seis. Especial para obreras, de doce a una.
Cuando nos trasladamos a Madrid atendí la consulta de la CNT, donde militaba, porque me habían impactado sus ideales de libertad e inconformismo. Por eso, en mis conferencias y escritos, abogué por la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres: La mujer quiere ser atendida, no tolerada; quiere ser igual, no inferior; tener un salario digno, no menor que el hombre si su trabajo es de igual calidad; no permanecer relegada a un segundo término y destinada a eclipsarse y desaparecer ante el varón.
Trabajé sin descanso cada día (domingos y fiestas igualmente), hasta más allá de la medianoche, pues no hay para subsistir más que el producto del propio esfuerzo.
En mis conferencias y escritos, abogué por la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres
Dediqué toda mi energía a la prevención y promoción de la salud en la sanidad infantil para reducir las altas tasas de mortalidad, a la educación sexual de la mujer, a la regulación de los embarazos y al desarrollo de los sistemas anticonceptivos.
Defendí la unión de pareja sin papeles ni documentos y el derecho al placer de la mujer. También fui partidaria del divorcio cuando el amor se acaba: Quiero amar en el anchuroso «más allá» que no cierra ningún muro ni limita ningún egoísmo.
Fundé la revista ‘Mujeres Libres’, cuyo objetivo era la emancipación de la mujer de la ignorancia y la sumisión. El editorial decía: “No nos interesa rememorar el pasado, sino forjar el presente y afrontar el porvenir, con la certidumbre de que en la mujer tiene la Humanidad un valor inédito capaz de hacer variar, por la ley de su propia naturaleza, todo el panorama del mundo”.
Tras la victoria del Frente Popular en 1936, me exilié junto a mi pareja a Francia, donde dediqué el resto de mi vida a tratar de hacer más sana y más feliz la vida de las personas: Que hacen falta casas anchas y bien iluminadas; puentes, carreteras y ferrocarriles; barcos sin cañones que unan a los hombres en vez de exterminarlos.
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